En las democracias las protestas son normales, es la expresión de un colectivo para llamar la atención sobre un problema o un conjunto de problemas, que les afectan a una comunidad, ciudad e incluso a un país completo, la racionalidad de los mismos siempre dependerá de la óptica e intereses económicos, políticos y sociales.
Hay tratadistas que consideran las protestas como válvulas de escape en las democracias. Hemos leído para el próximo lunes, un colectivo de organizaciones populares anuncian una paralización en provincias del Cibao por 24 horas, para reclamar del gobierno central reivindicaciones entre las cuales se incluye la rebaja en los precios de los combustibles y el amortiguamiento del alto costo de la canasta familiar, y cada provincia incluye sus propias necesidades comunitarias.
El presidente de la República, Luís Rodolfo Abinader Corona, expresó estar abierto al diálogo, en un intento preventivo de que se suspenda el llamado a paro anunciado, para el próximo lunes en todo el Cibao, y que puede ser la chispa que encienda un rosario de paros a nivel nacional, hasta desembocar en una huelga general.
Como ciudadano comprometido con la democracia, la gobernabilidad y la paz social, hacemos un llamado a las organizaciones populares, para que le tomen la palabra al señor Presidente, y designen una comisión mediadora para canalizar el diálogo nacional por la paz social y lamentablemente, ya no tenemos al monseñor Agripino Nuñez Collado como mediador de conflictos, por lo que de manera personal e inconsulta, me permito proponer una “Comisión de directores de diarios”, encabezada por el señor director del Listín Diario, don Miguel Franjul, y los principales directores de diarios de Republica Dominicana.
Sería saludable también la presencia del Arzobispo de la Arquidiócesis de Santo Domingo, Monseñor Francisco Ozoria Acosta, y otros que representen el equilibrio y honorabilidad para las partes.
Es justo reconocer que se siente con crudeza el impacto de la espiral inflacionaria, que tiene su origen en una escalada de aumento sostenido de los alimentos y combustibles, desde los tiempos de la pandemia, y agravado por la economía de guerra que vive el mundo, y es un compromiso de todos, la búsqueda de fórmulas que garanticen la paz social.
Solo así podemos lograr el bienestar colectivo y auspiciar un ambiento de convivencia democrática en el que impere la justicia , la solidaridad y el equilibrio que nos permitan como nación campear estos tiempos difíciles y continuar con un crecimiento económico sostenido.