Bajo un sol abrasador, Kathia Chávez se retrata con un gigantesco crucero detrás. Sonríe, ajena a la crisis que enfrenta el canal de Panamá por una sequía que continúa este año, y aún sin proyectos en marcha que garanticen el agua necesaria para operar la vía.
La turista, una contadora peruana de 35 años, saluda desde un mirador de las esclusas de Miraflores a los pasajeros. El crucero es uno de los 24 barcos que cruzaron ese día el canal. Antes pasaban unos 40 diarios.
La falta de lluvias por el fenómeno de El Niño, agravado por el calentamiento global, obligó a la administración del canal a bajar el tráfico y a reducir el calado de los buques a 44 pies (13,4 metros), dos menos de lo permitido anteriormente.
«A día de hoy estos 24 (tránsitos diarios) se mantienen hasta el mes de abril, por lo menos, y en mayo va a depender de cómo entren las lluvias», dice en entrevista con la AFP la subadministradora del canal, Ilia Espino.
Por esta estratégica vía, que en 80 km une el océano Pacífico con el mar Caribe, pasa el 6% del comercio marítimo mundial. Sus principales usuarios son Estados Unidos, China y Japón.
Sequía prolongada
El canal de Panamá funciona con agua de lluvia que obtiene de los lagos artificiales de Gatún y Alhajuela, al norte del país. Por cada barco que pasa, se vierten unos 200 millones de litros de agua dulce.
«Existe un cambio de patrones climáticos que nos están afectando como nunca antes nos habían afectado», añade Espino.
El año pasado fue el segundo más seco en la historia del canal, inaugurado por Estados Unidos en 1914. Los pronósticos para el inicio de 2024 tampoco son halagüeños.
Luz Graciela de Calzadilla, directora del Instituto de Meteorología e Hidrología de Panamá, dice a la AFP que existe «casi un 80% de posibilidades» de que El Niño siga «el trimestre de febrero, marzo y abril».
Añade, con base en estudios de su institución, que las «cuencas alrededor del Canal» padecen una «sequía meteorológica severa».
La situación se complica porque la cuenca de la vía marítima abastece de agua a casi la mitad de los 4,2 millones de panameños.
Las alarmas también se han encendido con la construcción, ya programada, de nuevas potabilizadoras, que competirán con el canal por el agua.
«Hay que actuar ya»
En el año fiscal 2023, el canal de Panamá ingresó 3.344 millones de dólares por el tránsito de embarcaciones y la prestación de diversos servicios.
Mientras que este año, las medidas restrictivas harán que el canal de Panamá ingrese de 500 a 700 millones de dólares menos por peajes, dijo este miércoles el administrador de la vía, Ricaurte Vásquez.
La Autoridad del Canal de Panamá, un ente autónomo del gobierno, adelanta varios planes paliativos para el ahorro del agua. Pero a largo plazo quiere construir una represa en Río Indio, al oeste de la vía.
«Es importante que el país dé una señal de que efectivamente va acometer, enfrentar y resolver el tema del agua», declaró Vásquez.
El proyecto permitiría aumentar hasta 16 esclusajes diarios. Sin embargo, para ejecutarlo, el canal necesita reformas legales o la aprobación del gobierno.
El plan, que incluye reubicaciones e indemnizaciones, no termina de arrancar, en parte por el costo político que podría suponer, en pleno año electoral, la afectación a más de 2.000 moradores de Río Indio.
No habrá ningún embalse «si los habitantes de Río Indio se oponen», advirtió el ministro para Asuntos del Canal, Aristides Royo, creando aún más desasosiego en algunos sectores.
«La inacción tiene consecuencias para todo el país, escogemos autoridades no para que tomen decisiones fáciles, sino para que actúen», afirmó esta semana Adolfo Fábrega, presidente de la Cámara de Comercio de Panamá.
«Hay que actuar y hay que actuar ya», exclama a la AFP el exadministrador de la ruta panameña, Jorge Quijano.
Se van los clientes
Ante la incertidumbre algunas navieras han decidido transportar su mercancía por otras rutas. La danesa Maersk, una de las más importantes del mundo, anunció hace días que los buques que operan entre Oceanía y América comenzarán a evitar su navegación por el Canal.
«En el momento en que la situación hídrica se restaure yo pienso que la mayoría de los clientes van a estar felices y van a regresar, se han ido pocos, pero se han ido por necesidad», justifica Espino.
Sin embargo, Quijano advierte que «la gente está buscando otras alternativas».
«Ya no hay tantos buques cargueros que quieran pasar por el canal porque no pueden conseguir reservaciones para transitar», agrega.
Mientras, en las esclusas de Miraflores siguen llegando cientos de turistas, como la contadora peruana, a ver cómo opera la impresionante obra de ingeniería moderna. «Superó mis expectativas, me ha impresionado mucho», dice Chávez a la AFP.