Cada ocho de mes, el padre Rogelio Cruz celebra una misa en honor a las 236 personas fallecidas y las 189 rescatadas tras el colapso de la discoteca Jet Set, ocurrido la madrugada del martes 8 de abril, mientras el merenguero Rubby Pérez amenizaba la noche.
La ceremonia se realiza en el mismo lugar que durante décadas fue símbolo de disfrute para la dominicanidad, conocido por sus tradicionales “lunes merengueros”. Desde allí, el sacerdote expresó su indignación ante lo que considera una respuesta judicial que «no corresponde» frente a la magnitud de la tragedia.
“No se corresponde la decisión de la justicia dominicana por la magnitud del hecho que ha sucedido aquí”, afirmó durante la homilía, al referirse a la medida de coerción impuesta por el Tribunal de Atención Permanente del Distrito Nacional contra Antonio y Maribel Espaillat, propietarios del establecimiento, quienes deberán pagar una garantía económica de RD$50 millones. El tribunal también declaró el caso como complejo.
El padre Cruz recurrió a una analogía contundente para ilustrar su crítica: “La justicia es como una serpiente que solo muerde a los descalzos. Tiene una bota grande y un bolsillo lleno. Si hubiese sido un infeliz, hace rato lo hubiesen mandado a La Victoria”, sentenció con tono enérgico, al tiempo que llamó a reflexionar sobre el papel del sistema judicial.
Dolor persistente, recuerdo que se desvanece
A cuatro meses de la tragedia, el ambiente en el lugar refleja el paso del tiempo. Apenas quedan algunas fotografías de las víctimas; las flores, que en un principio adornaban el sitio, ya están marchitas o han sido retiradas. Según un transeúnte, recientemente una persona de la Alcaldía del Distrito Nacional dejó un ramo en memoria de los fallecidos.
Velones derretidos por el sol yacen en el suelo, la mayoría apagados. La afluencia de visitantes ha disminuido: los carritos públicos ya no hacen paradas para mostrar el sitio del colapso, y la prensa, que en los primeros días acudía constantemente, solo retorna ante eventos oficiales o convocatorias específicas.

Sin embargo, el dolor sigue presente. La tragedia, una de las más impactantes en la historia reciente del país, paralizó a la nación entera, que fue declarada en duelo nacional durante tres días.