Con apenas cinco años, ya Víctor Labrada anhelaba emular los pasos de su padre Javier en la natación, todo marchaba a la perfección, hasta que un lustro después el béisbol le fue inyectado por sus venas y desde entonces no ha habido forma de detenerlo.
Desde su nacimiento hace 25 años sus primeros conocimientos en el deporte fue observar trofeos y medallas de su progenitor colgados en varias áreas del hogar, siendo monarca en la Habana, la principal ciudad de Cuba.
De su padre había heredado el coraje, talento natural y prometedor para alcanzar la grandeza, pero sin pensarlo, el béisbol tenía otros planes para su futuro.
Aunque los dos deportes son casi nulos en similitudes, Labrada bien puede ser llamado la excepción a la regla, pues comenzó a enamorarse tras contar con solo 10 años y asistir al campamento de béisbol.
Un hecho que según el propio jardinero le hizo definirse por el béisbol se lo proporcionó su entrenador de natación, uno de los más calificados de Cuba, en una fecha en que tenía actividades en las dos disciplinas.
“Mira niño es bueno que te vaya olvidando del béisbol, tu no dará para ese deporte”, le dijo de forma tajante su profesor.
Esto hirió los sentimientos del para entonces niño Labrada, quien solo tenía algunas semanas en la práctica de la pelota.
“Lo tomé como un reto en mi vida, al escuchar sus palabras me fui olvidando de la natación y tomé mucho más en serio el béisbol”, sostuvo el actual refuerzo del Licey, tras conversar con Listín Diario sobre varios tópicos de su vida y su carrera.
Un ser humano de retos
“Siempre me he caracterizado por ser una persona de retos, los he tenido que enfrentar de forma constante, en cada paso que transitado y he empleado toda mi capacidad para salir adelante”, agregó.
La odisea desde Haití a RD
Ya inmerso solo en la pelota, Labrada fue ganando espacio como jardinero, exhibiendo buen bate y un pelotero agresivo en el campo. Abrió los ojos de varias personalidades y fue enamorado para que viniera a Dominicana a buscar una firma para el profesionalismo.
“Fue un español quien me observó, en principio no estaba en los planes de salir de Cuba, pero me hablaron y me hablaron hasta que me convencieron”, relata.
Aunque su travesía no estuvo entre la vida y la muerte como un grupo de sus compatriotas, esta no dejó de ser difícil, pues primero llegó a Haití en 2019 y para cruzar la frontera por Dajabón fue toda una complicación.
Ya en territorio dominicano, su desarrollo tan en ascenso que desde septiembre del 2019 hasta “apalabreado” estaba para firmar en Julio 2 del próximo año, pero la pandemia no solo interrumpió el proceso, sino que trajo una nueva fecha para firmar.
“Esto retrasó el proceso, de momento me encontraba en un país cerrado y que no era donde había nacido”, agregó.
“Pasé muchas vicisitudes, pero me mantuve firme para seguir hacía adelante, hasta que llegó el momento de la firma”, señala.
Tras pactar en Enero 15 del 2001 con los Marineros por 350 mil dólares, Labrada se ha movido bien en las distintas clasificaciones, jugando ese mismo año Clase A y Clase A Fuerte, batalló con varias lesiones , en 2024 accionó en Doble A y este año jugó en Triple A y bateó para .281 (430-121) con 24 dobletes, 44 robos, 52 remolcadas y 80 anotadas.
Hoy día, refuerza al Licey, equipo con el cual piensa alcanzar un brillante desempeño y que le ayude a poder ser parte del equipo grande de los Marineros. Actualmente es Regla V, hecho de que si Seattle no lo deja en el equipo grande pudiera ser reclamado.
Un camino que para Labrada comenzó entre los carriles de la natación y terminó en los campos de béisbol, historia que redirige su vida y se convierte en un desafío e inspiración para alcanzar grandes metas.