Este domingo 19 de mayo, la República Dominicana celebrará sus elecciones presidenciales y congresuales, en un proceso llamado a ser ágil, en el que a cada votante le serán entregadas tres boletas para los distintos niveles, que deberán ser marcadas con los símbolos de cruz, raya o equis en la cara de aquellos candidatos que sean de su preferencia, para luego doblarlas y depositar en las urnas.
Es el mismo modelo que se utiliza desde el año 2012, en el que el dedo entintado y la firma del padrón electoral, como mecanismo de evasión de la duplicidad de votos, sellan el fin del proceso individual para cada ciudadano. Esta última práctica es relativamente tradicional, repetida con ligeras variaciones en el orden en el que es ubicada en la actividad cada cuatro años.
Sin embargo, en sentido general, el camino evolutivo de la forma en la que se celebra el torneo electoral en el país ha sido arduo, pasando por prácticas tan inusuales como el rasurarte una mano como prueba de que ejerciste tu derecho, la selección total por partidos y la división en estrictos horarios de grupos para votar por sexo.
¿Cómo se votaba en los 60?
En el año 1962, cuando a la Junta Central Electoral (JCE) ordenaba que a las cédulas de los electores debía serle colocado un sello de “votó” a su llegada al recinto correspondiente y luego anotarse en el registro para recibir una boleta por cada partido, de los que debían elegir uno e introducirlo en el sobre que sería depositado en la urna. El resto de volantes eran desechados a la basura.
Mientras tanto, en el 1966 la particularidad era que todo ciudadano que tuviese la mayoría de edad podía presentarse en la mesa electoral que le resultara de conveniencia, la que tuviera más cerca, y allí, primero, se le recibía la cédula, se marcaba su dedo con tinta indeleble e igualmente en su documento de identidad se graficaba un “votó el primero de junio de 1966”, la fecha de celebración.
Rasurarte la muñeca
El afán de evitar que un ciudadano violente los derechos democráticos, ejerciendo el voto en dos ocasiones distintas durante el mismo sufragio, ha llevado a la JCE a tomar distintos mecanismos; como en el 1970, cuando la mancha de tinta en el dedo no fue suficiente y se estableció que debía hacerse una rasurada en la mano.
En ese período, habían 10 pasos dictados por la junta que guiaban desde la llegada a la mesa electoral, en los que se identificaba e inscribía en el libro al ciudadano, y antes de elegir ya era marcado como que lo hizo, para luego recibir las boletas de todos los partidos e ingresar en una caseta para tener privacidad al ejercer el voto.
Por partido
En 1974, las elecciones aún eran por partidos, con dos boletas por cada uno, divididos por perforación, y una por cada agrupación independiente; y para todos los cargos electivos juntos.
Si se quería votar completamente por un partido, lo correcto era colocar las dos boletas sin desprenderse en la urna. Por el contrario, si se quería hacerlo por candidaturas de partidos diferentes, la JCE había indicado que lo que había que hacer era desprender la boleta pequeña, de candidato presidencial, y la grande de senadores, síndicos y diputados, y colocar ambas en el sobre de votación.
Lo mismo pasaba en el 1986; pero para esa fecha la orden era solo marcar con una cruz, una equis o una raya dentro del recuadro del partido a elegir.
El modelo del 1994, es uno de los más parecidos al actual. Tres boletas: la “A” para presidente y vicepresidente; la “B” para senador y diputados; y en la “C” era elegido el síndico, hoy alcalde, y los regidores. Además de la lógica verificación de la cédula, la boleta debía ser doblada en cuatro partes y el dedo era manchado con tinta roja.
Hombres y mujeres por separado
Para el año 2000, las mujeres debían llegar a sus colegios electores entre las 6:00 y las 8:30 de la mañana, y los hombres entre las 1:00 y las 3:30 de la tarde, para hacer sus respectivas filas, entregar su documento de identidad al primer vocal y verificar su presencia en la lista definitiva de electores recurrentes.
Contrario a los demás procesos, aquí era devuelta inmediatamente la cédula, y los encargados tachan en el listado el formulario pasando una raya, mientras los votantes permanecían en fila para pasar en orden al momento de ser iniciado el torneo electoral, considerando que las mujeres podían votar de 8:30 de la mañana y las 1:00 de tarde; y los hombre de 3:30 a 6:00 de la tarde.
Con documento electoral en mano, otra vez, se entraba al local, con la boleta firmada y sellada se pasaba a la caseta para marcar, igualmente, con una raya, cruz o equis, el candidato que se quería y doblar la papeleta cuidando que el sello y firma estuvieran hacia afuera.
Después, se debía estampar la firma o huellas digitales de dominicano en la lista de electores definitiva, para pintar su dedo y salir.
Filas por sexo
Entre 2004 y 2008, la separación por sexo era más flexible, pero no inexistente. En las filas para entrar a los colegios electorales, en las que se entregaban tickets con número de llegada y se hacía la verificación en la lista para entregar la boleta a ser marcada, se dividían entre hombres y mujeres; y se seguía un esquema ordenado, prácticamente, de la misma forma que hoy.