Jessica Hasbún cursaba el sexto grado de la primaria cuando, en su escuela, se encargó de conducir un noticiario. En ese entonces viviendo en Miami, Estados Unidos, su padre Fernando Hasbún era productor de televisión y su madre Alicia Ortega era una reconocida periodista de la prestigiosa cadena NBC.
En esa época, recuerda ver a sus padres trabajar en los documentales del poeta Pedro Mir y del profesor Juan Bosch.
A pesar de crecer en ese ambiente, en donde el periodismo, las cámaras y la televisión eran el pan nuestro de cada día, Jessica soñaba con ser abogada. Era lo que realmente le apasionaba, así que cuando le tocó entrar a la universidad ingresó enfocada en convertirse en una mujer conocedora de las leyes. Sin embargo, el destino le tenía marcado un camino diferente.
En su visita, por primera vez, a la redacción de Listín Diario, relató que para poder ingresar a formarse como abogada tenía que estudiar una carrera base, y para ella fue muy bueno estudiar periodismo.
“En mi infancia fue muy divertido jugar a presentar un noticiario, luego en la universidad me divertí muchísimo y conocí a muchas personas, estudiando periodismo”, comentó.
AÑOS EN UNIVERSIDAD
En los años universitarios Jessica fue parte del equipo de la estructuración de un periódico y fue parte de la producción de un programa de radio en español, para toda el área.
Más adelante los planes no resultaron como lo esperaba y no pudo ingresar a la carrera de derecho, así que su padre le sugirió que viniera a trabajar a República Dominicana, en el proyecto de la empresa SIN.
Jessica, que venía al país en vacaciones o fines de semanas largos a compartir con su familia, no conocía a fondo este proyecto comunicacional, ya que nunca se había involucrado en él. Cuando se graduó de periodismo, en 2009, se mudó al país junto a sus padres y de inmediato comenzó a trabajar.
“Cuando vine al país no lo hice necesariamente para quedarme, simplemente fue algo que pasó y me enamoré de todo lo que estábamos haciendo en SIN y me quedé. Conocí a mi esposo y me mudé entre comillas”, relata la joven periodista que entre risas recuerda que en mayo de ese año llegó al país, en noviembre conoció a su esposo y para enero del 2010 ya eran novios.
MOTIVACIÓN
En esos tiempos, Fernando Hasbún la motivó a acercarse a la empresa familiar. “Un día mi papá me dijo que aún era muy joven, que me diera una oportunidad, ya que había estudiado periodismo y producción de televisión. En ese momento no imaginé lo que verdaderamente es SIN. Yo venía al país en vacaciones, pasaba un tiempo con mi familia y no comprendía ni tenía idea de lo importante que era SIN”.
Al final terminó llevándose del consejo de su padre. Jessica inició en la productora como asistente del programa de investigación “El Informe”.
Allí percibió y valoró el trabajo que se hace detrás de cámaras, aunque, sin dudas, venía con una muy buena base de la experiencia y lo aprendido en la universidad.
Revela que cuando inició a trabajar hubo una conexión inexplicable con el periodismo. En ese entonces “El Informe” trabajaba en la denuncia de un médico que ejercía la profesión como cirujano plástico, sin estar avalado para hacerlo y las denuncias de mujeres, con malas prácticas médicas llovían.
“Me enamoré locamente de lo que estábamos haciendo. Ese tema me apasionaba muchísimo… ver cómo un médico que no era cirujano le había desgraciado la vida a un sinnúmero de mujeres, que no tenían adónde acudir y nosotros convirtiéndonos en las voces de esas mujeres para que las autoridades se encargaran de hacer su trabajo”, expresa.
Este primer caso en el que Jessica se involucró, y del que se realizaron 13 entregas, la cambió para siempre. Desde entonces es una persona totalmente empática con las necesidades humanas.
RETO Y COMPROMISO
El hecho de crecer en la misma esencia del periodismo y la comunicación, con padres como reconocido productor de televisión Fernando Hasbún y la respetada periodista de investigación, Alicia Ortega, tuvo sus ventajas para Jessica.
Sin embargo, seguir los pasos de sus progenitores como profesional no ha sido fácil para ella, pues no solo porque tuvo que granjearse un nombre en la carrera, también están las exigencias de unos padres que no dan espacio a la mediocridad y que demandan resultados con altos estándares de calidad.
“Ser hija de mis padres ha sido como un arma de doble filo, son tus críticos más severos, pero a la vez, son los que más te impulsan a crecer y a mejorar», sostiene.
Luego agrega: «Dando por hecho que son mis padres, es cierto que abre muchas puertas, pero si no fuera mi realidad, soy una trabajadora comprometida. Hace 15 años, cuando llegué al país mi español era fatal, todavía en el canal me dicen La Gringa. A lo largo de los años ha sido un proceso arduo y bastante duro”, expone al referirse a su trabajo en SIN.
Con el tiempo, Jessica, también ha tenido que demostrarle a papá y a mamá de qué estaba hecha. El compromiso de hacer un excelente trabajo la impulsaba, la motivaba y la comprometía cada día más.
“Sin dudas, mis padres son mis referentes, mi papá es el cerebro de la operación y tengo a una mujer que es una máquina trabajando, que no tiene horario, que es sumamente comprometida, tengo a estos dos referentes que me han impulsado a ser una mejor profesional”, sostuvo.
Para Jessica el compromiso de servir, de estar en los mejores y peores momentos para la teleaudiencia es con lo que más se identifica de sus mentores.
El compromiso con la información y el público es tan importante que uno de los momentos más difíciles en su vida personal ha sido la muerte de su abuela, en momentos de mucho trabajo, en medio de un proceso electoral su familia se involucró en el trabajo hasta que llegó el momento, entonces, de darle espacio a las emociones por la partida del ser querido.
EXPERIENCIA AMARGA
En 2010, Jessica aún no había cumplido un año trabajando en SIN cuando un fuerte terremoto sacudió Haití.
Consciente de que tenía muy poca experiencia para este tipo de cobertura, se valió de la periodista Edith Febles para que convenciera a su padre y la dejara viajar a Haití, junto al equipo de periodistas que cubriría las incidencias.
Esta experiencia para Jessica significó un antes y un después en su vida. Empezando porque nunca en su vida había visto un cadáver y caminando por las calles de Haití, se vio obligada a trabajar bajo esas condiciones dramáticas.
De ese episodio por su cabeza recuerda la multitud de gente que caminaba sin rumbo, de un lado a otro. A su memoria llega la señora que lloraba en la calle por haber perdido a sus nueve hijos.
“Es que en cada esquina había una tragedia, una historia que contar, caminar por encima de los cadáveres me sacudió el alma, es una experiencia que nunca voy a olvidar. El periodista que no conecta con la gente, que no conecta con una tragedia… son cosas que nos sacuden porque somos seres humanos. Esas tragedias te quitan el sueño, te quitan el hambre y te da mucha ansiedad”, reflexiona.
DOCUMENTALES
En 2021, junto a su esposo Kelvin Liria, Jessica se embarcó en el proyecto de producir documentales, con “Quisqueyanos valientes”.
Su propuesta audiovisual fue un recorrido de historias de nuestros atletas, sus raíces y, sobre todo, las dificultades por las que tienen que pasar para convertirse en atletas de alto rendimiento.
El pasado mes de mayo estrenó una segunda temporada con miras a los Juegos Olímpicos.
El año pasado llevó al cine su primer trabajo cinematográfico “Orgullo de Quisqueya”, una creación de su esposo Kelvin Liria, dirigido por Tito Rodríguez, con la dirección de fotografía de Oliver Mota y la producción de línea de Carlos Germán.
Para la realización de “Orgullo de Quisqueya”, el equipo de producción viajó a Egipto, Canadá, la costa este de Estados Unidos, Colombia y España, para realizar entrevistas y captar los testimonios de Francisca Lachapel, Ariel Suero, Scarlin Hernández, Kemel Arroyo, Ramón Genao, Bernarda Jiménez, el cantautor Vicente García, Julissa Reynoso y Kathleen Martínez.