Desde que tengo uso de razón, he observado el irrespeto a la Constitución de la República. Cada quien la modifica a su antojo y se hace un “traje” a la medida de sus necesidades sin incluir temas neurálgicos que sí deberían contemplarse en ella. Aunque siempre se han cometido atropellos contra el Estado, en los últimos tiempos ha sido perturbardor el despilfarro y daños hacia él. Vemos que los artículos más tocados de la Carta Magna siempre giran en torno a la reelección. Los demás, que a estas alturas deben estar obsoletos, se quedan como se contemplaron desde el “ao cero”. Lo más preocupante es que no hay drasticidad para los funcionarios corruptos que se multiplican sin control.
Esposas y un casquito protector
Si nos fijamos, en los últimos años, el castigo a los funcionarios que violentan la ley, sólo los expone ante la sociedad mediante un aparataje, unas esposas y, una vez se les solicita medida preventiva, le ponen su casquito protector los trasladan de aquí para allá y de allá para acá y les van dando larga a los casos hasta que se diluyen y hasta que la misma población se olvida de los hechos. Eso es operaciones van y operaciones vienen y, ¿soluciones? Si te he visto no me acuerdo. En lo que “se resuelven” los casos, los acusados están en su casa, en su villa “patas arriba” y esperando que los nuevos que surjan, tumben los casos viejos.
‘Operación Transformación’
Operación Pulpo, Calamar, Coral, Camaleón y muchas otras más han dejado demostrado que más que poner en el ojo público el turbio proceder de algunos funcionarios, las autoridades debería tener un régimen de consecuencia. Se debería crear la ‘Operación Transformación’ que oriente a quienes estén “subidos en el palo” sobre cómo ser un buen funcionario y, haciéndoles saber que de cometer delitos contra el Estado, hay castigos drásticos para hacerles pagar por sus acciones. El pueblo está ávido de ver un comportamiento pulcro por parte de quienes están llamados a defender los fondos del Estado. Ese tipo de espectáculo de mal gusto ya tiene a la gente harta. Todo el mundo se entera de las fanfarrias que anuncian la detención de alguien, pero no llega a enterarse del por qué los dejan luego en libertad, de forma fácil y hasta delicada.
Una ciudad modelo y fabulosa
Viendo esta realidad asqueante, quise llevar a representantes de los tres poderes del Estado a una ciudad fabulosa que sirva de modelo para que nuestro país aprenda a dejar de crear tantas operaciones, y se disponga a crear consciencia sobre la necesidad de que se haga una transformación a los funcionarios como se hizo en esta comunidad. Aquí las leyes no sólo castigan drásticamente a los servidores públicos que delinquen, sino que también previenen que se registren los casos. Quienes incumplen, saben que se pudrirán en la cárcel. Allí no es como aquí donde cada día salen a flote más y más casos y la Constitución sólo se altera para la reelección. Nada que ver con la transformación de los funcionarios.