La convocatoria de una marcha en Friusa ha generado preocupación en distintos sectores del país. Si bien es cierto que el tema migratorio haitiano es un asunto de interés nacional que requiere soluciones urgentes y estratégicas, la forma en que algunos grupos han decidido abordarlo dista mucho de ser la correcta.
Este no es un llamado a la defensa de la soberanía, sino un acto que podría desembocar en caos y violencia. Lejos de representar un acto de autentico patriotismo, esta manifestación parece impulsada por quienes buscan protagonismo mediático y alimentar la discordia. No son estos grupos los que asumirán la responsabilidad si se genera una crisis, ni los que estarán en la primera línea de defensa en caso de un conflicto violento.
Más preocupante aún es el hecho de que circulan mensajes que sugieren que los participantes acudan armados. Esto, sumado a la posibilidad de que la comunidad haitiana también responda con el mismo nivel de tensión, podría generar un escenario peligroso e incontrolable. En este contexto, la línea entre una protesta y un enfrentamiento resulta cada vez más delgada.
El problema migratorio no se resuelve con confrontaciones callejeras. Es un asunto de seguridad nacional que debe ser manejado por el gobierno y las instituciones del Estado con estrategia, firmeza y las herramientas que provee la diplomacia. La oposición y ciertos sectores que constantemente apuestan al fracaso del país parecen estar utilizando este escenario como una oportunidad para desestabilizar.
Las autoridades, en especial el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Interior y policía, deben tomar medidas preventivas para evitar que esta situación escale. La República Dominicana necesita respuestas claras y acciones efectivas sobre la migración, pero bajo el marco del orden y la ley.
Abrir la puerta al descontrol es jugar con fuego. Y cuando se despierta un avispero, las consecuencias pueden ser irreversibles. ¡República Dominicana no necesita eso!