La policía chilena desalojó el viernes a centenares de migrantes irregulares que acampaban en una céntrica plaza pública de Iquique, en el norte del país, en medio de la resistencia de muchos que no tienen a dónde alojarse ni medios para subsistir.
Ante la presencia policial que llegó a la Plaza Brasil de Iquique, 1,800 kilómetros al norte de Santiago, se escuchó a muchos entonar el himno nacional de Venezuela, pero ante la insistencia policial para que se marcharan del lugar algunos empezaron a forcejear con los agentes, lanzaron piedras y botellas. El coronel de la policía uniformada Andrés Arenas dijo que cinco migrantes fueron detenidos y que una agente fue golpeada con una botella en la cabeza.
“Empezaron a tumbarnos las carpas y aquí estábamos, parados en una esquina, viendo para ver para donde agarramos, donde pasamos la noche con nuestros niños. Porque de verdad no tenemos donde dormir, no tenemos donde estar”, dijo la venezolana Mariana Contreras.
Arenas agregó que “esto es una recuperación de espacio público que nace de una resolución que emana en julio de la gobernación”.
La plaza pública de Iquique, que fue declarada en riesgo sanitario, es ocupada desde hace meses por sucesivas familias, muchas con menores y bebés, que están a la espera de poder trasladarse a la capital chilena en busca de trabajo y vivienda.
La prensa local estima que el viernes había más de un centenar de familias y que la mayoría se retiró del lugar, aunque hacia media tarde decenas seguían resistiéndose a dejar la plaza.
No pocos vecinos del centro de Iquique respaldaron la acción policial, pero otros entendieron que el desalojo no soluciona el problema. Betty Terrazas, dirigente de una junta de vecinos, dijo a la radioemisora local Cooperativa que “si no hay un lugar establecido donde llevar a la gente, ¿Dónde se va a ir? Va a pulular por todos lados y ocupando otros terrenos y lugares públicos”.
El ministro del Interior, Rodrigo Delgado, dijo que el desalojo se debió a que “no está permitido utilizar los espacios púbicos… para poner viviendas transitorias”.
La mayoría de los migrantes irregulares son venezolanos que ingresan por el norte y se asientan en la pequeña comuna de Colchane, unos 2,000 kilómetros al norte de Santiago. Cuando pueden se trasladan hacia Iquique y luego al centro del país, especialmente a Santiago, la capital chilena.
Más de 23,000 migrantes ingresaron a Chile por pasos no habilitados entre enero y julio de 2021 respecto de los 16.848 que llegaron durante todo 2020, según cifras del Servicio Jesuita Migrante. El gobierno ha dicho que en lo que va del año unos 7,000 extranjeros han llegado por el norte.
En Chile rige desde abril una ley de migraciones que impide que quienes llegan como turistas puedan luego trabajar y da un plazo de 180 días a los migrantes irregulares que llegaron antes del 18 de marzo de 2020 para que soliciten una visa de residencia temporal sin ser sancionados. El plazo vence en octubre.
Chile ha expulsado en lo que va del año a centenares de migrantes irregulares, para lo que contrató en abril 15 vuelos con una aerolínea comercial.