Hay dos políticas muy sensibles en todo el espectro macroeconómico. La fiscal y la monetaria. Acabamos de pasar por una etapa crítica cuando se intentó abordar el tema fiscal e introducir una reforma que aumentara los ingresos del Gobierno para el 2022, a fin de reducir el déficit y mejorar la sostenibilidad de la deuda. No se pudo.
Ahora le toca el turno a la política monetaria que incide en dos variables críticas. La tasa de interés y la tasa de cambio. La primera y por decisión de la autoridad monetaria, se aumentó en 0.50%, llevándola a 3.50%.
Los empresarios de inmediato mostraron su preocupación, aunque saben que eso era inevitable.
La decisión es correcta. La duda surge de si era el momento adecuado o era mejor esperar a enero del 2022 porque las ventas de diciembre automáticamente aumentarán de precios ya que reponer los inventarios tendrá un costo mayor.
Quizás influyó el que varios países de la región ya tomaron medidas similares recientemente. Ese aumento de 0.50% implicará aumentos en las tasas de los préstamos bancarios entre 1% y 1.5%. El economista Henri Hebrard valoró que la decisión busca frenar el ritmo de crecimiento de la economía y, sobre todo, responder a las presiones inflacionarias.
El economista Rafael Espinal opinó que la época de préstamos baratos está terminando porque al aumentar la tasa de referencia monetaria, el BCRD impulsa las tasas del mercado financiero reduciendo la demanda de crédito de la banca comercial.
El problema es que este es solo el comienzo. La FED planea subir las tasas de referencia en algún momento del 2022 y posiblemente antes de lo esperado para frenar la inflación que ha alcanzado niveles récord (6.4% en el 2021). Por el mismo camino va Europa y el resto del mundo.
Esa decisión podría dilatarse solo si los precios vuelven a normalizarse a principios del 2022, especialmente del petróleo y que los nudos en la cadena de suministro, que han disparado los fletes, se rompan en el corto plazo.
Pero hay un problema mayor para casi todos los países: Nos referimos a la inmensa deuda asumida por la pandemia que de nuevo amenaza la sostenibilidad fiscal y augura crisis severas en los próximos años.
A todo eso, la humanidad está de nuevo en peligro con las nuevas y peligrosas variantes del Covid-19, que obligarían a imponer más restricciones y confinamientos.
¿Se imaginan lo que esto significaría?