Desde hace varios años nuestro país viene dando pasos concretos para posicionar sus productos en mercados extranjeros, enfocando esfuerzos en estructurar una estrategia que ayude a esos fines.
Es irrebatible que para lograrlo de manera eficiente, debemos contar con una política industrial de sectores estratégicos claramente estructurada, que involucre productos de alto valor agregado, e incluya por igual a los servicios.
El debate pendiente incluye la determinación de qué implica ser un sector estratégico, y sobre qué base se determina. Ojo, que hablar de política industrial de sectores estratégicos no implica preferir un sector sobre otro, o una industria sobre otra. Más bien implica dejar claro los criterios que se utilizarán en el análisis para identificarlos, y de este modo, enfocar en éstos un apoyo estatal diferenciado. En ese ejercicio debemos responder a la pregunta ¿qué indicadores se tomarán en cuenta para ello?
Una vez iniciado el análisis, en materia de exportaciones deben discutirse cuestiones similares: ¿cómo se determina lo estratégico de un sector? ¿qué debe lograr una empresa o prestador de servicios para considerarse estratégico? ¿se tomará en cuenta el volumen de sus exportaciones? ¿se hará la determinación de acuerdo al aporte que hace al PIB? O ¿mediremos por las empresas que encadenan en su proceso productivo o por los empleos que genera?
Igualmente relevante es determinar a quién (o quienes) le toca definir realmente cuáles son esos sectores estratégicos: ¿es al Gobierno, de acuerdo a los planes de desarrollo nacional que ha estructurado y planificado? ¿es a la empresa, de acuerdo a los aportes que hace a la economía del país y a la realidad de su quehacer económico diario, tanto en nuestro país, como en otros mercados?
Indudablemente son preguntas que no se responden solas, y que puesto que sus respuestas no son obvias, deben ser el resultado de un análisis profundo y un trabajo mancomunado entre gobierno y sector privado, y que los resultados requieren un esfuerzo constante, que no se verán en el corto plazo.
Los gremios y asociaciones empresariales que agrupan los distintos sectores deben jugar un papel preponderante, en procura del bien común.
Tenemos ejemplos de economías que han logrado superar las crisis y convertirse en potencias mundiales en sectores específicos, y conocemos sus experiencias enfocadas en constancia y disciplina. Un ejercicio arduo, pero posible y necesario.