Sherry Turkle es una psicóloga, socióloga y profesora universitaria estadounidense que ha dedicado gran parte de su interés intelectual a escribir y aportar reflexiones importantes acerca de la relación ser humano y tecnología. Varios de sus libros están dedicados, precisamente, a este tema de actualidad.
Entre sus obras se destacan Recuperar la conversación: El poder de la conversación en la era digital, Solos juntos; Los diarios de empatía: un libro de memorias; La vida en la pantalla: La identidad en la era de internet; Objetos evocadores: cosas con las que pensamos; El segundo yo: los ordenadores y el espíritu humano, entre muchos otros.
Solo leyendo los títulos de sus libros provoca la curiosidad. Se ha dicho, aunque parezca una paradoja que, en la época de la proliferación de las redes sociales, es cuando más solos nos encontramos, floreciendo de esa manera los trastornos mentales como consecuencia.
En su libro En defensa de la conversación: el poder de la conversación en la era digital, hace un señalamiento interesante: “Las computadoras no sólo hacen cosas para nosotros, nos hacen cosas a nosotros, incluyendo influir en nuestras formas de pensar sobre nosotros mismos y sobre los demás”.
Es decir, no se trata solo de estar ante un objeto, un medio, un recurso, como le suelen llamar; la computadora es más que eso, pues genera nuevos esquemas mentales y con ello nuevas maneras de pensar y de actuar. El objeto en su interacción con nosotros se hace parte de nosotros mismos.
En aquella zaga de película The matrix, pareciera que la tecnología nos subsume de tal manera, que realidad “real” y “virtual” termina casi siendo lo mismo, y con ello, toda nuestra vida se vuelve una “realidad virtual” que solo existe en nuestra propia conciencia. Es, en gran medida, parte de nosotros mismos.
En una visita que hiciera a la Universidad de Sevilla y su departamento de Tecnología de la Enseñanza, tuve la oportunidad y dotado de unas gafas a propósito, primero, de sentirme dentro de un corazón en pleno funcionamiento, y luego, segundo, de estar paseando por una calle de Sevilla varios siglos antes.
Fue una experiencia fascinante, pues la segunda experiencia puso a vivir algo totalmente inesperado, pues al entrar a un museo de arte y colocarme frente a una obra de arte, inmediatamente salía en pantalla su autor, como todos los pormenores de dicha obra. Realidad virtual con sensación de realidad “real”.
El brazo refractario del cual hacía alusión Carlos Marx cuando se refería al desarrollo de la máquina para el proceso productivo y que disciplina el cuerpo del obrero, obligándolo a adaptar su cuerpo, su mirada, tendones y músculos, respondiendo a la producción en la cadena de valor, cobra nuevos matices.
No se trata solo de una adaptación corporal, si no que el asunto se nos hace más complejo e ¿invasivo?, pues nos pone a vivir cognitiva y emocionalmente realidades virtuales como realidades “reales”, con todo lo que ello puede significar en el mundo de los procesos mentales.
La irrupción de la computadora en nuestras vidas cotidianas está modificando nuestra manera de pensar, como incluso en nuestros sentimientos sobre nosotros mismos y los demás. Ella se hace parte de nosotros a tal nivel, que parecería que nuestra vida ya no es posible sin ella.
Eso nos explicaría, en cierto sentido, la nueva adición que ya está instalada en casi todos nosotros que es la adición a la pantalla y con ello, a la pérdida del sentido del yo, que para muchas cosas ya deja de ser necesario, y de los límites que deberían separar lo real de lo virtual.
Muchos jóvenes adolescentes que se exponen diariamente a las reacciones de un público “amigo” desconocido, particularmente en Instagram, se ven impactados afectivamente y, en muchos casos, negativamente, a las burlas y comentarios soeces que muchas personas ofrecen, sin importar el efecto que puede producir.
En el ensayo Subjetividades e inteligencia artificial: desafíos para ´lo humano´, Barrios, Díaz y Guerra (2020) concluyen sobre los desafíos de la IA señalando: “entre inclusión y discriminación social, autonomía y sutiles formas de gobernanza, empoderamiento y manipulación, relaciones sociales ampliadas pero artificiales y falsas, potenciamiento del ser humano, pero riesgos sobre su identidad y condición”, así nos colocamos hoy día ante lo que suponemos un medio.
Esto nos conduce de nuevo a la relevancia de una nueva ética que nos permita la reflexión profunda, el juicio pausado, la deliberación sabia en procura de abrir caminos por la reafirmación de la vida humana como valor intrínseco a nuestro propio ser.
El autor es Profesor Titular de INTEC
Julio.Valeiron@intec.edu.do