Sería una insensatez no observar que se va dando, produciendo en nuestro país, una transformación del sistema político y ya no hay un régimen de partido hegemónico.
El pluripartidismo se aceleró.
En eso la oposición partidista o, mejor dicho, los partidos de oposición desempeñaron un papel central en este proceso.
Aquí hay que redefinir las funciones de representación y control que le corresponden a la oposición, a su contribución a la gobernanza del país, a la estabilidad y al diseño y aplicación de políticas públicas de gobierno.
Este gobierno tiene un grave error y es creer que el éxito de su gestión depende básicamente del apoyo de la opinión pública, de sus lideres de opinión que ayer eran oposición y hoy son gobiernista.
El PRD en este 2022 debe redefinir su papel de oposición, aunque perdió la mayoría en el Congreso, alcaldes y senadores, que pasó a manos del gobierno del cambio y sus aliados, debe jugar su papel estelar de oposición política fuerte, de representar a la población y sectores de clase media del país en su indefensión ante el alto costo de la vida, la delincuencia, falta de salud, etc.
Olvidarse de acuerdos ni con el gobierno de con ningún partido, trillar su camino solo.
Este es un gobierno y partido oficialista PRM dividido, donde el PRD no tiene que intervenir, ser el contrapeso de oposición efectivo al gobierno, al poder del presidente Luis Abinader.
El PRD debe reafirmar su compromiso con el ejercicio de una oposición leal a las reglas del juego democrático, como precondición para el éxito del cambio que ha de venir a partir del 2024.
No es saludable que el presidente Luis Abinader siga tomando decisiones de manera unilateral, sin contrapeso alguno.
Debe haber una unidad en los representantes del congreso y las alcaldías de la oposición que marque como acontecimiento histórico y referente.
Si el PRD o dirigentes connotados buscan acercamiento con el gobierno y Luis Abinader se quedan chiquito y se esfumará definitivamente la organización.
El PRD en su proceso de reorganización y actualización debe contar con cuadros políticos que piensen en el PRD, en el país, en el fortalecimiento del liderazgo partidario, alrededor de su presidente Miguel Vargas.
Es una fallida aventura propiciar o intentar desconocer esa realidad.
Honestamente, el que no quiera asumir esa tarea, ese objetivo sagrado del PRD debería irse, o a su casa, o donde le plazca o donde estén sus intereses personales en término político.
Es mi humilde opinión de lo que acontece en el país y la posición que debe asumir el PRD para su crecimiento, fortalecimiento y modernización.