Prácticamente, todo iba bien para que el presidente Joe Biden cuando inició el año.
Sus índices de aprobación aumentaban, la inflación se desaceleraba y los republicanos estaban en guerra entre ellos mismos tras una temporada de elecciones intermedias decepcionante, mientras los demócratas se unían detrás de Biden y su probable campaña de reelección.
Sin embargo, el panorama político de Biden viró el jueves hacia un territorio más incierto, después de que el fiscal general Merrick Garland designara a un fiscal especial para investigar el manejo de documentos con sellos de confidencialidad por parte del presidente demócrata.
Admisión
Los demócratas admitieron en público y en privado que el asombroso acontecimiento fue, en el mejor de los casos, una distracción no deseada en un momento inoportuno que enturbia el caso contra Donald Trump. El expresidente republicano enfrenta a un fiscal especial propio y está bajo investigación penal federal por su manejo de documentos con sellos de confidencialidad y otras posibles transgresiones.