El ejército israelí prosiguió el viernes su ofensiva terrestre y aérea contra Hamás en Gaza, confrontada a una situación humanitaria catastrófica que llevó al Consejo de Seguridad de la ONU a exigir el suministro de ayuda «a gran escala» y «sin obstáculos» para el territorio palestino.
La resolución, postergada varias veces para evitar un veto de Estados Unidos, fue aprobada finalmente por 13 votos a favor, ninguno en contra y dos abstenciones (Rusia y Estados Unidos).
La disposición «exige a todas las partes que autoricen y faciliten la entrega inmediata, segura y sin obstáculos de asistencia humanitaria a gran escala» para Gaza y «crear las condiciones para un cese duradero de las hostilidades».
Para evitar un veto estadounidense, no menciona el «cese urgente y duradero de las hostilidades» que recogía el texto inicial ni la «suspensión urgente de las hostilidades» que Rusia propuso incluir pero que fue bloqueada por Washington.
El movimiento islamista Hamás, en el poder en Gaza desde 2007, consideró que la resolución constituye «una medida insuficiente que no responde a la situación catastrófica creada por la maquinaria de guerra sionista».
El canciller israelí, Eli Cohen, indicó por su lado que su país «seguirá inspeccionando, por razones de seguridad, toda la asistencia humanitaria para Gaza».
Ayuda insuficiente
La guerra entre Israel y Hamás estalló el 7 de octubre cuando comandos islamistas irrumpieron en suelo israelí y mataron a unas 1.140 personas, en su mayoría civiles, según un balance de AFP basado en datos israelíes, y secuestraron a otras 250 personas, llevadas como rehenes a Gaza.
Israel prometió «aniquilar» a Hamás y lanzó una campaña de bombardeos, reforzada por operaciones terrestres, que dejaron al menos 20.057 muertos, en su mayoría mujeres y niños, y más de 50.000 heridos, según las autoridades de Hamás en la Franja de Gaza.
También impuso un estricto asedio al devastado territorio, de 362 km2 y 2,4 millones de habitantes, dejando entrar en las últimas semanas la ayuda humanitaria a cuentagotas.
«No tengo miedo de llevar ayuda a Gaza. Si me dejaran entrar, iría hasta el norte [de la Franja]. Llevamos esperando aquí varias horas», dijo a una periodista de AFP el conductor de un camión, Said Abdel Hamid, en el punto fronterizo de Kerem Shalom (Karem Abu Salem en árabe).
Tanto en ese paso como en el de Rafah (que comunica la Franja con Egipto), los únicos que pueden utilizarse para suministrar ayuda humanitaria, llegan cargamentos de harina, colchones, mantas y productos alimentarios, pero según las oenegés y la ONU es insuficiente.
De media, por el puesto fronterizo de Kerem Shalom, abierto desde la semana pasada, entran 80 camiones cada día a Gaza.
Ningún lugar seguro
En la ciudad de Gaza, en el norte de la Franja, los combates avanzan calle por calle, a veces de edificio en edificio. Israel anuncia con regularidad la destrucción de túneles e infraestructuras de Hamás y la incautación de armas, en tanto que el movimiento islamista comunica la destrucción de tanques y otros vehículos militares israelíes.
Más de 410 palestinos murieron en las últimas 48 horas en la Franja de Gaza, 16 de ellos este viernes en un bombardeo que alcanzó una casa en Jabaliya (norte) y cinco en un ataque contra un vehículo en Rafah (sur), según el Ministerio de Salud de Hamás.
Israel anunció el viernes la muerte de dos soldados, con lo que ya son 139 los militares israelíes muertos en Gaza desde que empezó el conflicto.
Desde hace semanas, las agencias de la ONU alertan de las catastróficas condiciones en que viven los habitantes de Gaza, donde 1,9 millones de habitantes han sido desplazados, según Naciones Unidas.
Muchos viven en refugios abarrotados, con dificultades para conseguir comida, agua, combustible y medicamentos.
La ONU avisó en un informe de que toda la población del enclave se enfrentará en las próximas seis semanas a riesgos elevados de inseguridad alimentaria.
El viernes, el ejército israelí pidió la evacuación del campo de refugiados de Bureij (centro) y de los barrios aledaños.
«Nos pidieron que nos fuéramos, así que nos fuimos al hospital Al Shifa, y luego al campo de Nuseirat, donde estuvimos mes y medio, y ahora vamos hacia Rafah. Nos dicen que es seguro, pero no hay ningún lugar seguro», declaró a AFPTV Salem Yucef, un palestino que tuvo que dejar el campo de Bureij.
Posturas alejadas
Egipto y Catar siguen tratando de mediar una nueva tregua, después de que la instaurada durante una semana a finales de noviembre permitiera la liberación de 105 rehenes y de 240 presos palestinos en Israel, además del suministro de más ayuda humanitaria. No obstante, las posturas públicas de Israel y Hamás siguen muy alejadas.
Hamás exige una interrupción total de los combates antes de negociar un canje de rehenes, mientras que Israel descarta un alto el fuego antes de haber «eliminado» a Hamás, considerado como una organización terrorista por Estados Unidos, la Unión Europea e Israel.
La guerra incrementó la tensión en otros puntos de la región.
El ejército israelí anunció el viernes que uno de sus soldados murió y otro resultó gravemente herido por cohetes procedentes de Líbano, cuando efectuaban una «actividad operativa» en Shtula, cerca de la frontera entre los dos países.