Antenoche 30 de abril 2024 el presidente Luis Abinader se sometió al cuestionario del equipo dirigente de los Medios de Comunicación Corripio.
Por primera vez pareció cansado y algo tenso. Diferente al Luis Abinader a que nos acostumbró “LA Semanal”: refrescado, jovial, empoderado. El de esta ocasión parecía consciente de asistir a un interrogatorio interesado en develar sus debilidades más sutiles que también era la oportunidad para exponer por qué solicita el voto para reelegirse.
Pareció sentirse algo “atortojado” porque las preguntas no estaban pre concertadas ni fueron de aquellas —tipo “el que la apara, batea”— que de niños lanzábamos a los amigos para ayudarlos a anotar su “home-rum”.
Pese a ello, el presidente se creció. ¿Puede crecerse quien ya está y aparece tan crecido en las encuestas?
Sí, demostrando —como hizo— que conduce el gobierno hacia un fin esperado y conocido; sabiendo lo que hace y ocurre; que lo controla en sus hilos esenciales. Que el futuro será mejor.
No se trató —hay que felicitar al Grupo de Medios Corripio— de “Explícale, fulano”, cuando los candidatos asistían acompañados de funcionarios que, de necesitarlo, asistían in situ y en vivo al entrevistado con cifras y pormenores.
Luis Abinader debió enfrentar solo y cara a cara al travieso y acucioso Nelson Marrero, subdirector de HOY, gran periodista, humano como pocos, cero conflictivo, sagaz y “serpentinoso” como debe todo comunicador que, como él, sabe buscar noticias debajo de las piedras al margen de prejuicios.
O al director de este Listín Diario, Miguel Franjul, quien tras revelar lo que ocurre es capaz —si es necesario— de saltarse protocolos como el tiempo y número de preguntas. O las embestidas de Adalberto Grullón, quien echó dientes y canas en su oficio desde 1+1, junto a Juan Bolívar Díaz. Dedicados y capaces periodistas, en fin…
Los intereses que motivaron sus preguntas quedaron patentes en los encabezados publicados desde anoche y ayer.
Volviendo al Presidente, fue satisfactorio comprobar cuánto él se exige. Auto exigirse es el aliado perfecto del crecimiento personal y la perfectividad. Luis Abinader se reclama ejercer un dominio detallado de la ruta por la cual hace avanzar la barca gubernamental; le imprime su impronta como ningún otro ejecutivo desde el doctor Balaguer. Por su formación, está pendiente de los temas incidentes en la economía y enfocado en mantener la estabilidad macroeconómica, mejorando los indicadores más incidentes en la vida ciudadana. Las cifras que reiteró, de memoria, sin teleprompter, son verificables en las estadísticas oficiales y de los organismos internacionales.
Lo significativo: reveló la clave maestra de su firme posicionamiento en las preferencias electorales: el gasto social durante sus 3.55 años de gobierno. Identificó este indicador solidario como oportunidad y medio para escudar a los de menores ingresos contra los efectos económicos devastadores de la pandemia de la Covid-19 y de la guerra ruso-ucraniana. Y para hacer de los subsidios a ciertas materias primas, importaciones, electricidad y otros, junto a las facilidades financieras (BanCentral) al sector privado, muros que contuvieran la inflación.
Lo de Haití, está ahí…
El presidente demostró que es un economista social, que posee un eficiente librito para promover el bienestar.