La desinformación y el uso de la inteligencia artificial para difundir noticias falsas, constituyen dos desafíos contemporáneos que deben enfrentarse decididamente. Sobre todo en épocas electorales, en las que la desinformación se convierte en un fenómeno especialmente pernicioso que puede afectar gravemente la integridad de los procesos democráticos. En los últimos años, el Foro Económico Mundial ha alertado sobre los peligros que la desinformación y la inteligencia artificial (IA) representan para la transparencia y legitimidad de los resultados electorales, por el impacto de la desinformación en las elecciones, lo que obliga a diseñar estrategias que los gobiernos pueden adoptar para enfrentar esta amenaza creciente.
La desinformación, entendida como la difusión deliberada de información falsa o engañosa con el objetivo de influir en la opinión pública, ha encontrado en las redes sociales un terreno fértil y en la inteligencia artificial, una herramienta eficiente para su proliferación. Durante las elecciones, esta práctica puede servir para manipular las percepciones de los votantes, sembrar dudas sobre la legitimidad de los candidatos y desestabilizar el proceso electoral en su conjunto.
Cuando a inicios de año el Foro Económico Mundial advirtió sobre el riesgo de la desinformación en este 2024, el año de más procesos electorales en la historia de la humanidad, se preveía un daño real que amplifica el riesgo para las democracias. La IA puede ser utilizada para crear contenido falso sofisticado, o “deepfakes”, que son difíciles de distinguir de los videos reales. Hace unos días vimos un ejemplo con un video falso del gobernador del Banco Central, Héctor Valdez Albizu, que buscaba confundir a los agentes económicos. Cada vez más, los deepfakes mostrarán a políticos diciendo o haciendo cosas que nunca ocurrieron, lo que puede tener un impacto devastador en la percepción pública.
La manipulación de votantes, la desconfianza en el sistema electoral, el cuestionamiento a los resultados, la polarización social, entre otros efectos de la desinformación, pueden traducirse en tensiones y conflictos políticos, económicos y sociales que pueden llevar al mundo a una crisis, a partir de una información errada o inexistente.
Para enfrentar esta realidad, los gobiernos deben adoptar una serie de medidas integrales que van desde la regulación y la educación,hastqa la colaboración internacional. Tendrán que exigir a las plataformas sociales que cumplan con más regulaciones para la transparencia, la revisión de datos y la publicidad política, a la vez que tomen acciones proactivas para identificar y eliminar contenido falso y engañoso. Disponer de más herramientas de verificación, asegurar e identificar las fuentes noticiosas y mantener un monitoreo constante y cercano de las informaciones que zurcan las redes. Estas son solo algunas de las medidas que habrá que exigir a las grandes plataformas de redes sociales.
La desinformación en época electoral es un desafío que requiere una respuesta multifacética. La advertencia del Foro Económico Mundial subraya la urgencia de abordar este problema utilizando todas las herramientas disponibles, desde la regulación y la educación hasta la cooperación internacional y la innovación tecnológica. Solo a través de un esfuerzo concertado se puede proteger la integridad de los procesos electorales y, por ende, la salud de nuestras democracias.