Las tradicionales ferias vecinales de frutas y verduras de los distintos barrios del país, los paseos por la rambla montevideana y los también conocidos asados en familia son algunas de las actividades que se vivieron en Uruguay en medio de unas elecciones presidenciales y parlamentarias en las que reina la paz.
Y es que se puede destacar al pequeño país suramericano de 3,4 millones de habitantes como un oasis en medio de la convulsa región cuando se trata de procesos electorales en cualquiera de sus modalidades.
La confianza en el sistema electoral por parte de los ciudadanos es la piedra angular en la que tanto los partidos políticos como sus candidatos acuden a cada proceso de elecciones con la misma normalidad que desde el retorno de la democracia en 1985.
Son estos motivos los que constantemente son destacados en este país y que lo convierten en una especie de excepción a la regla en el que sus ciudadanos asisten a este acto en familia, solitarios, con mascotas o incluso disfrazados de alguno de los candidatos y sin que falte la típica bebida de mate para acompañar en cada ocasión.
En ese sentido, desde la madrugada de este domingo trabajan 5.945 policías, de los cuales 2.708 están asignados directamente al acto eleccionario y 3.237 en los dispositivos de seguridad y festejos, según señala un comunicado del Ministerio del Interior.
Nadie se escapa de resaltar la importancia de mantener y conservar estas características de las elecciones del país suramericano en el que es posible la convivencia de militantes de distintas fuerzas políticas quienes se pueden fundir en un abrazo sin importar el resultado una vez conocido.
«Si uno lee páginas o informativos de otros países o cuando ve gente de distintos partidos repartiendo lista, justo tomando mate, a mí son cosas que me gustan y me emocionan mucho», sostuvo el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, este domingo.
Asimismo, calificó a la democracia de su país como «muy linda», en la que se respeta la voluntad popular tanto así que antes de ejercer su voto recibió palabras de aliento y un abrazo por parte de un seguidor del principal partido opositor a su Gobierno, el Frente Amplio (FA).
En esa línea también se manifestó el candidato a la presidencia por parte del FA, Yamandú Orsi, quien valoró la «salud democrática» de Uruguay y de la que no dudó en decir que, comparado con el resto del continente, se trata de un país «privilegiado».
Así, la fiesta electoral presidencial uruguaya se convierte cada cinco años en ese ejemplo de civilidad que es visto con buenos ojos por las democracias del mundo y en la que, al menos por un fin de semana, el fútbol no es el protagonista de los domingos en familia.