José María Cabral es un cineasta aclamado. Desde su ópera prima, “Jaque Mate”, hasta la recién estrenada “Tíguere”, se ha dedicado a hacer de su cine una crónica del tiempo que le ha tocado vivir, sin olvidar una mirada al pasado reciente. No solo se ha conformado con el drama social (“Hotel Copelia”), sino que ha incursionado en la comedia de ciencia ficción (Arrobá) y en el humor negro (Detective Willy).
También han sido notables sus cortometrajes y documentales, con los que ha ganado una importante audiencia entre las nuevas generaciones de cineastas y espectadores a través de su mirada sensible e interés en temas de importancia social.
– ¿Cuál es el elemento más importante con el que debe contar una buena película?
La historia, sin duda. Una buena historia es el corazón de cualquier película. Es lo que conecta al público emocionalmente, lo que lo hace reflexionar, cuestionar y sentir. Sin una historia sólida, el resto de los elementos, por más técnicos o visualmente impactantes que sean, se quedan sin un propósito real.
– ¿Cuál es el aprendizaje más importante que has obtenido de todos tus años de carrera?
Aprender a transmitir sensaciones más allá de lo visual, como el olfato y la temperatura. Lo aprendí en “Carpinteros”, que tenía que transmitir como se sentía la cárcel de Najayo y La Victoria. Lograr que el espectador no solo vea, sino que también pueda casi oler un lugar o sentir el frío o el calor de una escena. Es una habilidad que requiere mucha sutileza, pero cuando se logra, la experiencia se vuelve mucho más inmersiva.
¿A qué retos te has tenido que enfrentar para hacer cine en República Dominicana?
El típico: buscar financiamiento. No es un camino fácil, y muchas veces requiere creatividad no solo a la hora de contar la historia, sino también en cómo hacerla posible. Sin embargo, la Ley de Cine nos permite que sea un camino más seguro.
¿Qué deficiencias o aspectos a mejorar observas en el cine dominicano?
Un reto importante es seguir expandiendo nuestro público, tanto a nivel local como internacional. El cine dominicano tiene mucho potencial para conectar con audiencias más amplias.
¿De dónde nacen tus ideas?
De distintos lugares. Puede ser un libro que leí, un podcast que escuché, un artículo interesante o, muchas veces, una experiencia personal. Hasta una conversación casual puede detonar en una película. Me gusta estar siempre en modo observador, nunca se sabe de dónde vendrá la próxima idea.
¿Qué tan importante es la autenticidad y que se aprecien tus raíces en tus proyectos?
Es fundamental. Ser auténtico me permite crear desde un lugar genuino y conectar con la audiencia de una manera honesta. Mostrar mis raíces no es solo un orgullo personal, sino también una oportunidad para compartir mi cultura y mi perspectiva con el mundo.

¿Tienes alguna experiencia personal que te haya inspirado en la creación de Tíguere?
Claro, “Tíguere” nace de muchas vivencias personales. La historia toca temas de mi adolescencia, y aunque no es un reflejo directo de mi vida, hay muchas emociones y situaciones que parten de reflexiones personales. Es una manera de exorcizar esos recuerdos y convertirlos en algo más grande.
¿Qué te mueve a realizar este tipo de películas acerca de temas no tan explorados o que pueden incluso resaltar tabú en el cine dominicano?
Uno debe ser auténtico con uno mismo, como decía la pregunta anterior. Para mí, contar historias es una forma de entender el mundo y de abrir conversaciones necesarias. Me atraen los temas que incomodan, que invitan a reflexionar o que muestran realidades menos evidentes. El cine tiene ese poder de poner un espejo frente a la sociedad.
¿Cuál consideras que es el mayor daño que enfrentan los niños o adolescentes al ser expuestos a la cultura de la masculinidad tóxica?
Pueden ser muchos daños, pero uno de los más visibles es la autoestima, sin duda. La masculinidad tóxica impone expectativas rígidas y muchas veces inalcanzables. Los niños y/o adolescentes que crecen bajo estas presiones suelen sentirse inadecuados o incapaces de expresar sus emociones libremente. Esto puede tener consecuencias profundas en su desarrollo emocional.
¿Cómo fue el proceso de casting para encontrar a los actores y actrices de este proyecto?
Increíble. Tuvimos la suerte de contar con grandes actores que no solo entendieron la visión del proyecto, sino que les aportaron matices y profundidad a sus personajes. Fue un proceso muy enriquecedor, donde cada prueba de casting traía nuevas sorpresas.
¿En qué proyectos se inspiró esta película?
Beau Travail fue una referencia importante. Me atrajo la manera en que la película aborda la masculinidad y cómo utiliza el lenguaje visual para contar una historia íntima y poderosa. Quería capturar esa mezcla de belleza y crudeza, y traerla a un contexto más local.
¿Qué otros proyectos te depara el futuro?
Ahora mismo estoy trabajando en el documental de La 42 de Capotillo. Es un documental que explora la vida en este emblemático barrio de Santo Domingo a través de la música, el arte y las historias de sus habitantes. Me emociona mucho poder mostrar otra cara de nuestra realidad, llena de creatividad y resiliencia.