A sus 37 años, la vida de José Antonio Álvarez se ha convertido en una lucha constante por sobrevivir, mientras enfrenta una realidad desgarradora que pone de manifiesto las grietas del sistema laboral y de salud en República Dominicana.
Hace tres años, un accidente de tránsito lo dejó con daños severos en los riñones, obligándolo a someterse a diálisis tres veces por semana.
Este tratamiento vital para mantenerlo con vida, implica un largo y agotador viaje de casi 160 kilómetros desde su residencia, en El Baitoal Kilómetro 13, de la provincia de Monte Cristi, hasta el Hospital Regional Presidente Estrella Ureña, en Santiago.
Sin embargo, José Antonio contó a periodistas de LISTÍN DIARIO que, a pesar de la delicada situación de salud que enfrenta, la cual implica movilizarse tres veces por semana en un trayecto de más de cuatro horas de ida y vuelta, para recibir su tratamiento de diálisis que lo deja visiblemente débil, lo que más le aflige no son las agujas ni los kilómetros recorridos, sino la indiferencia de quienes deberían protegerlo.
accidente
José Antonio se dirigía hacia su lugar de trabajo, donde se desempeñaba como seguridad en la compañía Dominican Watchman, cuando una llanta de un camión que transitaba por la carretera explotó, provocando que este perdiera el control e impactara contra él, quien se desplazaba en una motocicleta.
Como resultado del accidente, sufrió la ruptura de un vaso en la parte inferior izquierda del abdomen, así como fracturas en la clavícula y en la muñeca de la mano izquierda, teniendo que ser intervenido en tres ocasiones.
Según relata su hermana, Ariela Álvarez, tras pasar por cuidados intensivos y presentar mejorías, José Antonio intentó reincorporarse a su trabajo tiempo después. Sin embargo, sus condiciones físicas no se lo permitió, ya que este trabajaba en el horario nocturno, lo que le afectando considerablemente a su deterioro.
Tras varias licencias médicas, todas debidamente entregadas y recibidas por la empresa para la que trabajaba, esta lo desvinculó sin notificación previa.
Su hermana explicó que se percataron de la cancelación cuando intentaron autorizar una fístula para continuar su tratamiento y el seguro no tenía cobertura.
Posteriormente, José indicó que fue contactado por la empresa para supuestamente entregarles los pagos de las licencias, por lo que cuando este se presenta a la oficina, le informan que van a prescindir de su servicio, proporcionándole un cheque de liquidación de aproximadamente 57,000 pesos, el cual incluía el pago de licencias, vacaciones y lo correspondiente a los cuatro años de servicio prestados a la compañía.
José Antonio aseguró que no firmó la carta de cancelación, ya que esta establecía que el abandonaba el trabajo. Sin embargo, la empresa fue quien lo desvinculó, dejándolo sin ingresos y sin esperanzas.
“Me llamaron para que fuera supuestamente a retirar el pago de las licencias médicas, pero cuando llego allá, me dicen que van a prescindir de mis servicios, por mi situación de salud”, cuenta con voz quebrada mientras lucha por seguir su tratamiento, cuya continuidad ahora depende únicamente de su afligida voluntad y la ayuda que pueda recibir.
Actualmente, Jose Antonio residen con su madre y su padrastro. Es padre de dos adolescentes de 15 y 17 años, a quienes debe brindar apoyo económico.
Su madre, Joanni Mercedes Domínguez, no puede trabajar ni valerse por sí misma desde hace más de tres décadas, tras sufrir un accidente que la dejó sin movilidad cuando José Antonio y su hermana Ariela eran apenas unos niños.
Sin un sueldo que le permita costear su situación de salud, José Antonio se enfrenta a un futuro incierto, ya que cada día es una batalla contra el dolor, la incertidumbre y la falta de apoyo.
historia de la madre
Ariela Álvarez, hermana de José Antonio, narra la difícil situación en la que ha tenido que vivir su familia por casi 30 años, luego de que su madre, Joanni Mercedes Domínguez, de 57 años, sufriera un accidente cuando esta (Ariela) tenía apenas 6 años de edad.
Joanni Domínguez fue impactada por un vehículo, mientras se trasladaba en una motocicleta, accidente que dio un giro a su vida, ya que producto del incidente, perdió la movilidad de sus piernas, quedando postrada en una silla de rueda.
“Los médicos no le aseguraban la vida a mi mamá, luego poco a poco ella se fue recuperando, pero nos dijeron que no iba poder volver a caminar”, explicó.
Mensaje de voz
La empresa.
Tanto Ariela como José Antonio, vivían con sus abuelos, quines fallecieron y tras no contar con una figura que los apoyara.
Mientras, Ynmanul Veras, supervisor de la compañía Dominicana Watchman, donde José Antonio Álvarez laboraba como seguridad, informó a través de un mensaje de voz a José Antonio que el pago de las licencias se habían atrasado debido a problemas en la compañía, ya que esta se encontraba haciendo “un levantamiento sobre el proceso de pago de licencias médicas”, por lo que no le aseguraba qué día le fueran a efectuar dicho pago.