Cada vez que nos sentamos a la mesa y tomamos el cuchillo, la cuchara o el tenedor, solemos hacerlo sin pensar en esa sencilla palabra cubiertos, dueña de una historia que atraviesa siglos de costumbre, poder y precaución.
En la prehistoria y en el mundo clásico, el cuchillo —el más antiguo de los tres utensilios— se usaba como herramienta y como arma antes de convertirse en cubierto de mesa. La historia cuenta que inspiraba temor por su filo mortal, pero en la mesa se le temía aún más: podía transmitir venenos (ponzoñas) invisibles y causar la muerte sin dejar herida.
La cuchara, que tiene sus orígenes también en la antigüedad (hacia el primer milenio a.C.), fue el segundo utensilio en incorporarse. Tuvo mejor aceptación pues desde sus comienzos se consideró un elemento práctico y útil, especialmente para alimentos líquidos, además de símbolo de educación y estatus social.
En cambio, al tenedor le resultó difícil imponerse. Cuando llegó a las mesas europeas —durante el Renacimiento, entre los siglos XVI y XVII—, provocó gran resistencia. No se le temía por peligroso, sino por considerarlo un intruso metálico que se interponía entre la comida y la boca: un objeto vanidoso e innecesario cuando los dedos bastaban para comer.
El término couvert aparece ya en el Renacimiento, vinculado al servicio de la mesa, en un contexto en el que muchas cortes nobiliarias cubrían los utensilios destinados a la comida como medida de protección frente a diversos riesgos —desde posibles envenenamientos o robos hasta la presencia de insectos—, según explica Adriana de Caria en su obra Tres Manteles: el banquete del
Renacimiento.
En otras palabras, la vajilla y los utensilios para comer pertenecientes a personas de alta posición debían mantenerse cubiertos y guardados bajo llave antes de iniciar la comida, pues en las cortes reinaba la desconfianza y el veneno era un instrumento político para ganar poder o eliminar adversarios. Del mismo modo, también se utilizaba en conspiraciones contra las más altas jerarquías eclesiásticas.
Un ejemplo célebre es el del Acqua di Toffana, sustancia con la que se presume fueron envenenados varios papas.
De esta práctica heredamos el término cubierto, que en nuestro idioma tiene dos significados principales, según la RAE:
1. Servicio de mesa que se pone a cada comensal, compuesto de plato, cuchillo, tenedor y cuchara, pan y servilleta.
2. Juego compuesto de cuchara, tenedor y cuchillo.
Es decir, que de todos los objetos que alguna vez se cubrieron, solo el cuchillo, la cuchara y el tenedor conservaron el nombre de cubiertos. Como dato curioso, en los banquetes cortesanos la posición del comensal de mayor rango se evidenciaba porque su vajilla permanecía cubierta, mientras que la de los demás caballeros se dejaba descubierta.