Luis Emilio Roa Chalas, chófer, agricultor y comerciante, de 59 años de edad, es la víctima mortal número 12 de los dominicanos en la tragedia de Chiapas, México, de cuyos restos han llegado 11 cádaveres al país.
A su comunidad, en El Paso de Los Hierros, en el Cruce de Arroyo Hondo, en Peravia, sus restos llegaron pasadas las 11:00 de la noche del jueves.
Tenía un hijo de crianza y se había separado de su esposa hace casi un año, según refieren familiares cercanos.
El cadáver de Roa Chalas fue trasladado en un avión de la Fuerza Área Mexicana este jueves, junto al Reymi Brito, de Las 20 Casitas y el de Alfredo Brito, de Fundación de Peravia, pero no llegó el de “Bacalao”, la segunda víctima del barrio Las 20 Casitas.
Según familiares, el cadaver de “Bacalao” no ha sido identificado oficialmente por las autoridades mexicanas, que recibieron sus huellas dactilares el domingo pasado.
Mientras el cuerpo sin vida de Roa Chalas, la víctima 12 del país, y 9 de la provincia Baní, estaba siendo velado la mañana de este viernes en su casa materna, en el sitio conocido como El Paso de Los Hierros, en el Cruce de Arroyo Hondo, una comunidad rural ubicada al suroeste de esta provincia Peravia.
Hay llanto y mucho dolor entre hermanas, hermanos, sobrinos, amigos y vecinos, mientras los rezos a su eterno descanso se hacen en la pequeña salita de la casa, alrededor del féretro de madera color caoba, con coronas de flores.
Su madre Tina, una señora de casi 90 años no está en el velatorio de su hijo, porque sus familiares no han querido exponerla por sus delicadas condiciones de salud; diabética, hipertensa, arritmia cardíaca y otros males, explican miembros de la familia.
“Esa pobre madre se ha consumido desde que supo la noticia de la tragedia”, dice con pesar una de sus sobrinas, que asiste al sepelio.
Su hermano Julio César y su sobrina Yulissa, lo describen como hombre de trabajo, «sin hambre», al que todo el mundo quería en la familia y en el vecindario.
“Mira, ese hombre era tan bueno, que él vendía plátanos y cuando llegaba, la tarde, los plátanos que no había vendido se los regalaba al vecindario», afirma con orgullo su sobrina Yulissa.
Los restos de Luis Chalas serán sepultados en el cementerio de la comunidad de Quijá Quieta.
A Roa Chalas, también lo describen amigos y vecinos como “un hombre que movía el peso”, pues era buen comerciante, chófer, “que sabía buscársela bien aquí”, afirman.
Vendió su casa, un vehículo y dos solares
Para hacer el viaje, según comentan en el vecindario, que le costaría más de un millón de pesos, vendió su casa, un vehículo y dos solares.
Los lugareños indican que incluso que era dueño de más de un vehículo, varios solares y otras posesiones.
Los restos de Chalas serán despedidos a ritmo de bachata y tragos. “Lo haremos así porque él era un hombre bueno y alegre y lo queremos despedir así como era él”, explican vecinos y amigos.