Las reiteradas ocasiones en que las autoridades estatales se han referido a la baja de precios en los productos que conforman la canasta básica familiar, se convierten en motivo de chistes para comerciantes y compradores del Gran Santo Domingo, cuando, apelando al doble sentido, refieren que “lo único que ha bajado son los productos desde el camión hasta sus puestos de venta”.
“¿Qué han bajado? ¿Pero el qué? ¿Los productos del camión?”, preguntan los comerciantes en el Mercado Nuevo de la avenida Duarte con ironía, afirmando estar cansados de las mismas cantaletas porque los precios de los alimentos no bajan, pero la gente tampoco deja de quejarse.
Hace poco más de dos semanas que el director ejecutivo del Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (Proconsumidor), Eddy Alcántara, afirmó que la mayoría de los productos de la canasta básica alimentaria se han mantenido estables y otros han experimentado bajas en sus precios, debido a la aplicación de la ley de tasa cero.
En los comercios de la capital, algunos vendedores respaldan la estabilidad de la que habló el ejecutivo, sin embargo otros no dejan de mostrar su asombro afirmando que la misma línea iniciada desde la pandemia, que hoy compras a un precio y mañana a otro diferente, se ha mantenido.
“Todo carísimo. La cosa se mantiene subiendo y bajando. Ayer compré 45 libras de tomate de ensalada a 800 pesos y hoy volví y estaba a 1,200”, aseguró Francisco, quien mantiene un puesto en el mercado de La Duarte.
Tasa cero
Dentro de los artículos incluidos en el arrobo de la tasa cero, se encuentra la carne de res y pollo; precisamente dos de los productos que provocan la mayor cantidad de quejas entre la población por su elevado precio con referencia a pocos años atrás.
“El pollo, la carne de los pobres. Ahora tenemos que comer solo patica, porque comerse un chin de pechuga es un privilegio”, expresó a periodistas de LISTÍN DIARIO una cliente que solo se identificó como Alexandra.
Entre 80 y 90 pesos fluctúa el precio de una libra de pollo, mientras la de res cuesta desde 160 hasta 200 pesos, eliminando posibilidades de compra para los más pobres y de buenas ventas para los carniceros.
“La gente vive quejándose, pero imagínese ¿qué puede hacer uno? porque el problema no es nada más que todo está caro, es el costo de la vida subió y la gente sigue cobrando lo mismo que hace 6 o 20 años”, juzgó el comerciante Ito Mejía.
También caros.
Además de las carnes, la harina de trigo, de maíz y de soya; así como los aceites de soya, de maní y de girasol, forman parte de la aplicación de la libertad de aranceles, sin embargo siguen siendo centro de quejas, sobre todo el aceite.
“No puede ser posible que un jumbo de aceite puede valer hasta 1,000 pesos y que el gobierno siga diciendo que la cosa está bajando o que todo se mantiene igual”, dijo con furor Miguel Ángel, afirmando que está dolido porque es padre de familia y muchas veces el dinero no le alcanza.
Otros con precios fluctuantes son la mantequilla, excepto margarina líquida, ajo, arvejas, frijoles negros, rojos, blancos, pintos, giros y jacomelos; lentejas, habas, gandules y guisantes.