Conociendo las vicisitudes y precariedades en las que se crió, Dámaso Marte, mientras lanzaba en Grandes Ligas y tras ver apagar las luces de los escenarios, siempre soñó proteger y cuidar a jovencitos que se perdían entre vicios pandillas y cárceles en su natal Villa María.
Estos sueños les habían nacido cuando siendo un niño que caminaba y jugueteaba con hambre en el estómago en las calles del sector le pidió una y otra vez a Dios que en algún momento de su vida lo convirtiera en un jugador de béisbol como forma de desarrollarse como ser humano , conseguir buen dinero y dependiendo de su éxito poder tenderle la mano al prójimo.
Al parecer, Dios hizo una obra en su bien, pues el novel firmó en 1992 de la mano de Ramón- Pintacora- De Los Santos para los Marineros, siete años después escaló a las Mayores con este club y fruto de su efectividad permaneció poco más de 11 campañas en el gran espectáculo en la que alcanzó algo superior a los 20 millones de dólares.
Tras su última jornada en la Gran Carpa luego de la campaña de 2010, en que se despidió con foja de 23-27 y 3.48 de efectividad actuando para cuatro franquicias, Dámaso y su familia se quedaron por un buen tiempo residiendo en Miami.
Sin embargo, y según narra al Listín Diario, algo le trabajaba en la cabeza que con frecuencia lo mantenía impaciente, sin poder conciliar el sueño y esto era la promesa que había hecho a papa Dios en aquellos años en que no siempre había de comer al mediodía, que caminaba sin rumbos en la calle 13, principalmente de Villa María y en que observaba a jóvenes perderse en las drogas y demás males en que incurren desde niños.
“Recuerdo que en un momento le dije a mi esposa, oh nos quedamos aquí en Miami y en cualquier momento me dará un infarto o nos marchamos para Dominicana y comenzamos a cumplir con la promesa que le hice a Dios de arrebatarle a niños y niñas a los males sociales y los reinsertamos en la sociedad”, sostiene el hoy pastor desde hace tres años y quien está a la vanguardia del Ministerio de Refugio Fé y Esperanza.
Mientras salió airoso en sus enfrentamientos con varios de los mejores bates zurdos de su generación, David Ortiz (16-2); Ichiro Suzki (7-1); Lance Berkman (9-2); Carlos Peña (17-4 con 10 ponches); Prince Fielder (9-2); Carlos Delgado (9-1); Bobby Abreu (6-0); Chipper Jones (5-1); John Olerud (7-2), Marte trata a mano pelada y sin contar con ayuda del Estado de arrebatarle miembros a la delincuencia, reto que asumió desde poco después de su retiro.
El Ministerio ubicado en la barriada es una edificación de su propiedad, de tres niveles y en el mismo cada día se realizan enseñanzas a más de 500 niños, jóvenes y los propios adultos, a quienes se les enseña la palabra de Dios, reciben clases de computadora, inglés, laboratorios y otras asignaturas, a fin de que se mantengan bien ocupados.
Toda una agenda comprende el templo, por ejemplo los sábados en la noche realizan encuentros a Dios a jóvenes entre 18-25 años al que asisten unos 500, en tanto que los domingos los hacen con los adultos, unos 200, la mayoría sacados de las drogas y el alcohol.
El exlanzador campeón con los Yankees en 2009, a la última que asistió el famoso equipo, mantiene planes ambiciosos, tiene en carpeta construir un colegio grande para que la juventud del sector asista al mismo, construir una cancha bajo techo para la práctica de baloncesto, voleibol y otros deportes.
Aunque posee varias viviendas en los alrededores del Ministerio, quizás no pueda hacerlo todo solo.
“En Villa María no tenemos nada de esto, solo se cuenta con el Liceo Juan Pablo Duarte, no contamos con una cancha donde los niños puedan ir a practicar y simplemente así no se podría librar las batallas, para ellos lo más fácil es delinquir, cuando se tiene hambre quiere a como de lugar matarte el hambre y muchos lo que más cerca tienen es meterse al pandillerismo”, expresa con pesar y tristeza.
Encontrándose solo en esta cruzada, junto su esposa Maryloly Herasme y personal de la congregación, Marte dio apertura hace unos meses a una academia de béisbol y con sus ganancias por las futuras firmas espera continuar hacia delante con su obra, de la cual espera levantar los brazos en señal de triunfo.