El huracán Helene tocó tierra en la franja noroeste de Florida el 26 de septiembre y arrasó otros cinco estados, dejando al menos 236 muertos y un número indeterminado de desaparecidos. La tormenta, de categoría 4, provocó inundaciones torrenciales que arrancaron casas de sus cimientos y árboles, dejando a miles de personas sin electricidad ni agua durante días.
La caída de árboles mató a muchas personas, entre ellas una pareja de ancianos en Carolina del Sur y una madre y sus dos hijos en Georgia. Entre las víctimas mortales se encontraba una enfermera de Tennessee que trató de salvar a un hombre que se quedó varado por la crecida, pero cuya embarcación volcó. Los propietarios de viviendas que intentan reconstruir sus hogares se enfrentan a una tarea de enormes proporciones ya que no cuentan con un seguro contra inundaciones.