diac. Dario Vargas
Mientras los presidentes sigan las orientaciones de costosos asesores, que generalmente siguen patrones estudiados, y que los hacen parecer robots mercadológicos, estaremos escuchando discursos y declaraciones que no tienen que ver con el corazón y el compromiso de un Presidente de Estado Nacional Dominicano.
Un hombre de Estado busca realizar lo que entiende que conviene a la nación, hablándole claro al pueblo sobre los objetivos y justos sacrificios, persuadiendo a los poderes fácticos sin cederles terreno y no cediendo al poder extranjero sobre lo que está contra sus obligaciones, aunque no le dieran buena fama.
Los que han defendido la Patria, han protegido los bosques y las aguas o han construido grandes medios de transporte y avenidas de ensanchamiento urbano, por ejemplo, no han tenido que lanzar discursos para agradar.
Aquí los discursos modernos y los diálogos, sin planes concretos viables, son para manipular y ganar tiempo.
Mientras se dialoga con patriotas para nacionalizar el trabajo, se ocupan cada vez más las plazas de trabajo por haitianos, en las ciudades y en los campos, lo que sucede hasta con el chiripeo. Y, pese al claro crecimiento del desempleo dominicano, se dice sonoramente que se reducirá.
Y se promete reducir la pobreza a niveles fantásticos, cuando lo que se hace es repartir “boronas” como sueros adormecedores.
Al mismo tiempo, muchos estudiantes notables de clase media se preparan con miras a irse del país a completar estudios y quedarse fuera del país, a menos que trate de insertarse en la actividad de la política partidaria sostenida por el Estado dominicano.
El tema de la Soberanía Nacional en todas sus implicaciones, el establecimiento de la Frontera Real —científicamente estudiada y con su presupuesto— y el abordaje responsable y eficaz del derroche del gasto público y publicitario, de la alta evasión impositiva, del desorden de las exoneraciones de impuestos, de la quiebra del sistema eléctrico, así como la Misión Diplomática unificada hacia todos los países del mundo con un Manual sobre la Verdad Histórica dominico-haitiana, con el tamaño de nuestra economía —el endeudamiento impagable, el pequeño mercado laboral, gran pobreza y desempleo, sin maquillajes—, el desplazamiento de la mano de obra dominicana por mano de obra haitiana más barata, porque evade prestaciones laborales y seguridad social, no requieren discursos de agrado y evasión, sino búsqueda de apoyo para las determinaciones imprescindibles.