El director de la CIA se reunió con el jefe político del Talibán mientras continúa la evacuación de personas que huyen de Afganistán tras la toma del poder por la milicia, dijo un funcionario estadounidense el martes.
La visita de William Burns precedió a una reunión prevista de los gobernantes del Grupo de los Siete para analizar la crisis en Afganistán.
Por otra parte un portavoz del Talibán declaró que Estados Unidos debe concluir las evacuaciones de Afganistán para el 31 de agosto, el plazo fijado por el gobierno norteamericano para retirar todas sus fuerzas del país asiático.
El vocero, Zabihula Muyahid, indicó el martes que el Talibán “no aceptará prórroga alguna”. Añadió que la vida está regresando a la normalidad en el país, aunque continúa el caos en el aeropuerto.
Muyahid afirmó que “no estoy al tanto” de encuentro alguno entre el Talibán y la CIA, pero no negó que haya ocurrido. Una fuente estadounidense informó poco antes que el director de la CIA se reunió en Kabul con el líder político del Talibán.
Por otra parte, la jefa del organismo de derechos humanos de la ONU dijo tener informes fidedignos de “ejecuciones sumarias” y restricciones a las mujeres en zonas bajo control del Talibán, cuando falta una semana para que se consume el retiro de las fuerzas estadounidenses.
Michelle Bachelet instó al Consejo de Derechos Humanos a tomar “medidas firmes y audaces” para monitorear la situación de derechos en Afganistán, donde el Talibán ha recuperado el poder en una rápida ofensiva y desatado el temor a que regrese el brutal régimen que impuso la última vez que estuvo en el poder.
Los líderes talibanes han prometido restaurar la seguridad e intentado mostrar una imagen de moderación, pero muchos afganos son escépticos y se apresuran a salir del país, lo que ha provocado escenas de caos en el aeropuerto internacional de Kabul.
Los reportes desde el terreno son irregulares y ha sido difícil determinar cómo de extendidos podrían ser los abusos, así como si reflejan que los líderes talibanes dicen una cosa mientras hacen otra distinta o si son los combatientes los que actúan por iniciativa propia.
Burns viajó a Kabul el lunes, donde se reunió con Abdul Ghani Baradar. No se dieron a conocer detalles de sus conversaciones.
El diario The Washington Post tuvo la primicia de la reunión de Burns con Baradar. El funcionario estadounidense confirmó el informe bajo la condición de anonimato por no estar autorizado a informar a la prensa.
Los líderes del Grupo de los Siete tenían previsto reunirse más tarde el martes para abordar la incipiente crisis de refugiados y el colapso del gobierno afgano. También se esperaba un regateo sobre si la retirada completa de las tropas estadounidenses podría ampliarse más allá de final de mes para dar más tiempo a evacuar a personas desesperadas por marcharse.
Miembros del gobierno estadounidense se han negado a concretar si la extensión es probable o siquiera posible, ya que un portavoz talibán ha advertido que el 31 de agosto es una “línea roja”, y ampliar la presencia estadounidense “provocaría una reacción”.
Entre tanto, las trágicas escenas del aeropuerto han conmocionado al mundo. Varios afganos corrieron hasta la pista de despegue la semana pasada, y algunos murieron tras aferrarse a un avión militar de transporte estadounidense cuando despegaba. Al menos siete personas murieron ese día, y otros siete fallecieron el domingo en una estampida de una multitud en pánico. Un soldado afgano murió el lunes en un tiroteo.
Bachelet pidió el martes medidas firmes para investigar los reportes de violaciones de derechos y trató de asegurarse de que la atención internacional sobre el país no se desvanece.
“En este momento crítico, el pueblo de Afganistán mira al Consejo de Derechos Humanos para defender y proteger sus derechos”, dijo. “Insto a este consejo a tomar medidas firmes y audaces, proporcionales a la gravedad de esta crisis, estableciendo un mecanismo dedicado a vigilar de cerca la evolución de la situación de derechos humanos en Afganistán”.
Por “mecanismo”, Bachelet se refería a la posibilidad de que el consejo nombrase una comisión de investigación, un enviado especial o una misión de verificación sobre la situación en Afganistán.
Grupos activistas como Human Rights Watch pidieron una iniciativa de esa clase, pero el borrador de resolución del consejo no incluía un aumento del escrutinio y pareció aplazar cualquier evaluación de la situación de derechos hasta el año que viene.
Bachelet citó reportes de “ejecuciones sumarias” de civiles y exagentes de seguridad que habían dejado de combatir, reclutamiento de niños soldados y restricciones sobre los derechos de las mujeres a moverse con libertad y el de las niñas a ir a la escuela. Citó también casos de represión sobre protestas pacíficas y de muestras de disidencia.
La responsable de derechos humanos no especificó cuándo se habían producido esos incidentes ni la fuente de sus reportes.
Unos días antes, un grupo privado de inteligencia con sede en Noruega que proporciona información a Naciones Unidas dijo haber obtenido pruebas de que los talibanes habían detenido a afganos incluidos en una lista negra de personas que creían habían ocupado puestos clave en gobiernos previos o con las fuerzas lideradas por Estados Unidos. Varios afganos están escondidos y dicen tener miedo a represalias.
La última vez que el Talibán gobernó Afganistán, a finales de la década de 1990, el grupo prácticamente confinó a las mujeres a sus hogares, prohibió la televisión y la música, cortó las manos a supuestos ladrones y celebró ejecuciones públicas.
Bachelet señaló que los líderes talibanes han prometido hace poco respetar los derechos de las mujeres, niñas y minorías étnicas, y evitar represalias.
“Ahora depende por completo del Talibán convertir esos compromisos en realidad”, dijo al consejo de 47 estados miembros, que es el principal organismo de derechos humanos de la ONU.