Dajabón, RD.– El corazón de la ciudad fronteriza luce cada día más golpeado por un problema que afecta tanto la vista como la salud de sus habitantes: las aguas negras que corren por sus principales calles.
Lo que antes eran vías transitables y limpias hoy se han convertido en pequeños canales de contaminación, donde el mal olor y los charcos permanentes acompañan a quienes se desplazan a pie o en vehículo. En sectores como la calle Casilda Rivas, la 27 de Febrero, Duarte y otros puntos céntricos, los vecinos denuncian que las aguas residuales se desbordan sin control, provocando un ambiente insoportable y un riesgo constante para la salud pública.
La falta de un sistema de drenaje eficiente y el abandono de las autoridades locales han permitido que este problema crezca con el tiempo. En días de lluvia, el panorama empeora: las aguas se mezclan con basura y desechos, afectando negocios, viviendas y el tránsito.
Dajabón es una ciudad pujante, con gente trabajadora que merece vivir en un ambiente sano y digno. Resolver el problema de las aguas negras no solo es una cuestión de limpieza, sino de respeto hacia una comunidad que ha demostrado su amor por esta tierra fronteriza