Prueba de ello son las informaciones que ofrecen los medios de comunicación sobre las violaciones, infracciones, transgresiones y fechorías que se cometen en todo el territorio nacional, las cuales perturban el orden público.
Esta lamentable situación produce miedo, inseguridad y preocupación dentro de nuestros hogares y cuando caminamos o transitamos por las calles para trasladarnos de un lugar a otro.
Sin embargo, debemos preguntar ¿quiénes producen el miedo, la inseguridad y la preocupación que sentimos? Los producen personas de corazón no arrepentido, quienes al ser acusadas ante los tribunales por robo o de haberle quitado la vida a otra persona ocultan y se niegan a reconocer sus actos delictivos para que queden impunes.
En vista de lo grave que se ha tornado la delincuencia en nuestro país, necesitamos tomar medidas más efectivas para combatir, controlar, solucionar y prevenir el referido problema. Una de esas medidas es la elaboración de un programa de evangelización de contenido bíblico dirigido a la población civil y militar que reside en las ciudades y campos de la República Dominicana, cuya elaboración, ejecución y dirección estaría a cargo de las iglesias.
Sin embargo, se necesitará el apoyo logístico del Gobierno y del sector privado. La finalidad de este programa debe ser que el Espíritu Santo convenza a cada persona de cualquier delito o pecado que haya cometido o esté cometiendo contra la voluntad de Dios y contra la sociedad, para que se arrepienta.
Como texto de enseñanza solo se debe utilizar la Biblia y como lugares de evangelización, las propias iglesias y locales públicos y privados. También se pueden usar la radio, la televisión, la prensa escrita y digital y otros medios para difundir el mensaje del evangelio.
Es importante explicar que el arrepentimiento consiste en que el dominicano reconozca, de todo corazón, cada delito o pecado que haya cometido o esté cometiendo. Que sienta vergüenza y dolor y lo haga con corazón sincero, contrito y humillado al confesarlos (Salmo 51:17).
El arrepentimiento exige, además, en aceptar el perdón de Jesucristo, en abandonar el estilo de vida delictivo y pecaminoso que se tenía y en comenzar a vivir en santidad, o sea, sin cometer los delitos y pecados de antes.
Cualquier persona que haga eso en obediencia al llamado que hace Dios para que se arrepienta de sus delitos y pecados obtendrá los siguientes beneficios: Dios perdonará sus pecados y la adoptará como hijo(a). Dios le hará miembro de su inmensa familia. El Espíritu Santo regenerará su corazón, cambiará su manera de pensar y de actuar y le convertirá en una nueva persona.
Asimismo, Dios le llenará el corazón de amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fe, mansedumbre, humildad y moderación, frutos espirituales que compartirá con otras personas (Gálatas 5:22.23)
Además, Dios y la sociedad comenzarán a aprobar sus actuaciones, su nombre aparecerá escrito en el Libro de la Vida y será heredera de la Vida Eterna.
Que tú seas una de las personas que desean transformar su vida con el poder del Evangelio.