“Y cuando Alejandro vio la extensión de sus dominios, lloró porque no había más mundos que conquistar”. Alan Rickman-Hans Gruber
El presidente Donald Trump ha comenzado su segundo periodo de gobierno desencadenando una verdadera tormenta geopolítica global, caracterizada por un retroceso hacia políticas proteccionistas y un cuestionamiento a los tratados de libre comercio. Su administración ha iniciado con una política exterior de choque, amenazando con ocupar el Canal de Panamá, citando la influencia de China en la región, y adoptando un tratamiento abusivo hacia los buques norteamericanos, incluyendo aquellos de carácter militar. Estas imputaciones han sido desmentidas por el presidente de Panamá, pero la tensión persiste.
Las relaciones con México y Canadá, aliados tradicionales de Estados Unidos, se han visto empañadas por la retirada de acuerdos internacionales y la implementación de nuevas tarifas arancelarias que reconfiguran el panorama global. La administración Trump, bajo el lema “Make America Great Again” (MAGA), percibe como amenaza la creciente influencia china en América Latina, lo que ha generado inquietudes en Washington y resaltado la competencia geopolítica en la región.
Una de las acciones más curiosas y controvertidas de Trump ha sido su intención de adquirir Groenlandia, un territorio danés, lo que resalta su estrategia de expansión territorial e influencia, incluso en contextos aliados. Además, su política ha incluido el congelamiento de ayudas humanitarias a países en desarrollo, lo que ha suscitado críticas sobre el compromiso de Estados Unidos con la cooperación internacional.
La salida de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una institución clave desde su fundación, y del Acuerdo de París sobre el cambio climático, son ejemplos de un enfoque que prioriza los intereses nacionales sobre la colaboración global. Esto implica una disminución en la protección del planeta y un menosprecio a los desafíos que enfrenta la humanidad con el calentamiento global y la pérdida de biodiversidad.
En cuanto a las relaciones comerciales, se espera un impacto negativo significativo en México y Canadá. La renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) dio lugar al Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA), pero las nuevas tarifas arancelarias del 25% impuestas a productos de ambos países están complicando la situación. Estas tarifas contribuyen a un aumento de la inflación en el mercado estadounidense, lo que disminuye la demanda de productos importados.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 2022 exportó $3,09 billones (13.0% de las exportaciones globales) e importó $4,2 billones (17.7% de las importaciones globales.
Si bien cada país tiene la soberanía de regular la entrada y permanencia de extranjeros, las políticas migratorias restrictivas también han creado un clima de incertidumbre que afecta la inversión y la cooperación en seguridad y desarrollo entre estos países.
Las políticas arancelarias dirigidas a China, que incluyen un 10% de impuestos, se justifican como un intento de corregir desequilibrios comerciales y prácticas desleales. Sin embargo, estas medidas tienden a desestabilizar el comercio internacional, generando un ciclo de aranceles que eleva los precios para los consumidores estadounidenses y afecta la cadena de suministro global. La guerra comercial con China ha suscitado preocupaciones sobre el futuro del comercio y la posición de Estados Unidos en la economía mundial, lo que implica que los países en vías de desarrollo podrían ser los más perjudicados.
Las repercusiones globales de la administración Trump han recibido críticas por su política fiscal expansiva y la incertidumbre económica resultante. Esta situación impacta los mercados financieros, aumentando la volatilidad y cuestionando la sostenibilidad de la política económica estadounidense y de sus socios comerciales.
Ante este panorama, se espera la reacción de bloques como los BRICS y países de Asia-Pacífico, que están buscando diversificar sus relaciones y reducir su dependencia de Estados Unidos. Este movimiento hacia un mundo multipolar refleja un cambio en la dinámica geopolítica, donde las naciones intentan adaptarse a un entorno en constante evolución.
El regreso de Donald Trump a la Oficina Oval ha provocado cambios profundos en las relaciones comerciales y políticas de Estados Unidos, afectando a México, Canadá y China. Las políticas proteccionistas y las tensiones comerciales han generado un clima de incertidumbre que repercute en la economía global. La búsqueda de alternativas y la diversificación de relaciones por parte de otros países indican un esfuerzo por adaptarse a una nueva realidad geopolítica, donde la estabilidad y la prosperidad futura son cada vez más inciertas.
La pregunta que queda por responder es: ¿hacia dónde se dirige Estados Unidos creando esta tormenta geopolítica global?