En la OEA se habla mucho y se hace poco. Es una organización internacional fallida. Es por eso que estando en Washington como embajador ante los Estados Unidos se me sugirió aspirar a ser Secretario General y dirigir esa organización por cuatro años. Después de estudiar la situación de la OEA, me di cuenta que podía mejorarla y reconstruirla. Pero mi país decidió apoyar a otro candidato centroamericano, quien fue electo. Para aquellos que se interesen, en mi libro “Agenda en Washington” dediqué un capítulo a ese tema.
El tiempo ha transcurrido y la OEA está peor que nunca. Pero llegaron Trump y Rubio y le dieron un merecido ultimátum. La OEA ha permanecido apática y sin voluntad para enfrentar la grave crisis-humanitaria, de violencia, de hambruna, migración masiva, y narco-terrorismo. Haití es un Estado en disolución incapaz de gobernarse pero con el potencial de generar una crisis en la seguridad del hemisferio debido al creciente flujo de armas, drogas y migrantes.
El vacío de poder que se tiene en Haití está siendo llenado por actores de China, Rusia e Irán. Igualmente por las grandes organizaciones del narco y traficantes de armas. Esto lógicamente afecta al interés estratégico de EE.UU. que no quiere una peligrosa situación en la isla Hispaniola, que está a solo 700 millas náuticas. Hay que recordar la crisis de los misiles en Cuba y el éxodo de los marielitos en 1962. Tampoco algo parecido a la situación en Siria-Líbano-Palestina-Israel. A la OEA le ha llegado la hora de actuar o desaparecer.
Pero la culpa no es solo de la organización y de quienes la han dirigido. Es como dijo el ex presidente colombiano, el Dr. Alberto Lleras Camargo hace ya más de medio siglo: “La organización, no es ni buena ni mala en sí misma. Es lo que los gobiernos miembros quieren que sea, y no otra cosa. Las debilidades de la organización son las de los gobiernos: flaqueza en su capacidad para actuar coordinadamente y en conjunto con los demás”. Mientras tanto los dominicanos que somos los más afectados debemos diplomáticamente actuar con rapidez e inteligencia en nuestros planteamientos.
Debemos pues:
1- Preparar una narrativa de urgencia y amenaza hemisférica.
2-Presentar un plan específico con tres fases: pacificación, estabilización política y reconstrucción institucional.
3- Convocar una sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA.
4- En adición, dar inicio a una campaña de apoyo diplomático de los gobiernos caribeños, latinoamericanos y del Consejo de Seguridad de la ONU.
5-Incorporar en nuestros documentos principios de corresponsabilidad, planteando la participación haitiana y de la diáspora en este proceso.
6- Utilizar nuestros medios externos de comunicación como lobistas y embajadas.
7- Establecer un núcleo (Core Group) de países comprometidos con nosotros y Haití como Canadá, Francia, EUA, Caricom y Brasil que soliciten que se ejecute la Carta Democrática Interamericana y se asuma una responsabilidad colectiva en el posible colapso de Haití, si no se actúa con rapidez.
8- Hacer las diligencias para activar a la Junta Interamericana de Defensa y el Comité Interamericano contra el Terrorismo.
9–Hacer una petición formal al Consejo de Seguridad de la ONU.
10-Combinar y coordinar los grupos de presión en tres frentes diferentes que son: la diplomacia directa, la presión externa a nivel EUA y en la OEA. La bola está ahora en la cancha de la OEA y la nuestra.