La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) presentó hoy una nueva edición de su informe anual Estudio Económico de América Latina y el Caribe 2025. Movilización de recursos para el financiamiento del desarrollo, en el que advierte que la región continúa en un prolongado período de bajo crecimiento. Se estima que el producto interno bruto (PIB) real crecerá en promedio 2,2% en 2025 y 2,3% en 2026, manteniendo las tasas registradas en 2023 y 2024.
Las nuevas proyecciones para 2025 representan una leve revisión al alza respecto a las publicadas por el organismo en abril pasado (2,0%), explicada por un mejor desempeño del PIB en el primer trimestre del año.
El informe, dado a conocer en una conferencia de prensa encabezada por el Secretario Ejecutivo de la comisión regional de las Naciones Unidas, José Manuel Salazar-Xirinachs, resalta que las proyecciones apuntan a dinámicas diferenciadas entre subregiones y países.
En América del Sur se prevé una expansión del 2.7% en 2025, por encima del promedio regional, sustentada principalmente en la recuperación de Argentina y Ecuador, el repunte del crecimiento en Colombia y la sólida expansión de Paraguay. Sin embargo, en el resto de los países de la subregión, se anticipa una desaceleración respecto a 2024. Para 2026, el crecimiento de América del Sur volvería a moderarse, alcanzando un 2.4%.
En Centroamérica y México, el crecimiento proyectado para 2025 es de 1.0%, casi la mitad de la expansión de 1.8% registrada en 2024, a causa del debilitamiento de la demanda externa, especialmente desde Estados Unidos. Países como Guatemala, Panamá y República Dominicana mostrarán, sin embargo, un desempeño más dinámico, con tasas superiores al 3.5%, gracias al empuje del sector servicios, el consumo privado y las remesas.
Para 2026, se anticipa una leve recuperación al 1.7%, aunque la subregión seguirá siendo altamente vulnerable a choques externos por su dependencia estructural de la economía estadounidense en los ámbitos comercial, financiero y migratorio.
En el Caribe (excluyendo a Guyana), se proyecta un crecimiento del 1.8% en 2025 y 1.7% en 2026, una desaceleración respecto a 2024, que se explica por el menor crecimiento del PIB de los Estados Unidos, y la consecuente reducción de la demanda de servicios turísticos, además de la menor demanda global de servicios.
La subregión sigue enfrentando altos costos de importación de energía y transporte, así como una marcada exposición a desastres naturales, factores que afectan su posición externa y nivel de endeudamiento. En contraste, Guyana mantendría tasas de crecimiento elevadas, gracias a la continuidad de las inversiones en el sector hidrocarburos.
El escenario macroeconómico para 2025-2026 estará marcado por un menor dinamismo de la demanda agregada interna. El entorno macroeconómico regional estará caracterizado por una débil demanda interna, en particular por la desaceleración del consumo privado. Además, las perspectivas internacionales se mantienen desfavorables, limitando el impulso externo para el crecimiento regional.
Para 2025 y 2026, se proyecta una moderación del crecimiento económico mundial como consecuencia de múltiples condicionantes —tensiones y fragmentación geoeconómica, condiciones financieras aún restrictivas, debilitamiento del comercio internacional y conflictos bélicos, entre otros. A esto se suma una acentuación de la vulnerabilidad externa, reflejada en el aumento proyectado del déficit de la cuenta corriente y en la mayor dependencia del capital externo. El informe señala que, para el período 2025-2026, la balanza de pagos de la región seguirá siendo impactada por distintos riesgos, tales como el agravamiento de los conflictos geopolíticos, la volatilidad de los precios de los productos básicos y la desaceleración sincronizada de las principales economías del mundo.
Se estima también una desaceleración del crecimiento del empleo. En consonancia con la dinámica de la actividad económica, la Cepal espera que el crecimiento del empleo se mantenga bajo en las economías de la región en 2025 y 2026. El aumento del número de personas ocupadas sería menor que en años anteriores. En este escenario, la tasa de desocupación se estabilizaría en torno al 5.6%. Si bien se anticipa una leve reducción en la informalidad y en las brechas laborales entre hombres y mujeres, estos indicadores permanecerían en niveles elevados. Las proyecciones para 2025 y 2026 apuntan a una inflación regional estable, aunque se prevé que persistan riesgos de presiones inflacionarias al alza.
En suma, el informe advierte que el panorama global y regional para 2025 y 2026 está sujeto a una elevada incertidumbre. La dinámica de crecimiento de las economías de la región podría deteriorarse a causa de un aumento de los riesgos globales.
Movilización de recursos para el financiamiento del desarrollo
Frente a este complejo panorama, la Cepal subraya la necesidad urgente de que la región “movilice mayores recursos para superar las trampas del bajo crecimiento, la alta desigualdad, la escasa movilidad social y las persistentes brechas estructurales de desarrollo. A mediano plazo, América Latina y el Caribe enfrentará el reto de preservar su estabilidad macroeconómica y avanzar en su transformación productiva, en un entorno internacional cada vez más volátil. Enfrentar este reto exige articular una visión estratégica de largo plazo para sostener un desarrollo sostenible e inclusivo, con políticas macroeconómicas de corto plazo que permitan mitigar riesgos y reducir la exposición a choques externos”, señaló el Secretario Ejecutivo del organismo en la presentación.
El Estudio Económico 2025 aborda tres dimensiones clave para fortalecer la capacidad de financiamiento del desarrollo en la región en base a tres ejes estratégicos.
El primer eje se centra en la movilización de recursos internos. El informe identifica los desafíos fiscales y estructurales que limitan la movilización de recursos en la región. Se propone mejorar la calidad del gasto, aumentar la inversión pública, fortalecer la recaudación reduciendo la evasión y racionalizando los gastos tributarios, así como avanzar hacia una mayor progresividad del sistema tributario.
El segundo eje aborda la movilización de recursos externos y privados.
Se plantea la necesidad de reformar la arquitectura financiera internacional en línea con el Compromiso de Sevilla, redefinir los criterios de elegibilidad de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), y fortalecer los mecanismos de resolución de deuda soberana. Asimismo, se propone escalar la inversión privada mediante el desarrollo de mercados de capital a nivel nacional, propiciar el uso de instrumentos como bonos temáticos, canjes de deuda y financiamiento mixto.
El tercer eje resalta la importancia de potenciar el papel de la banca de desarrollo en la movilización de recursos. El informe subraya que la banca de desarrollo juega un papel estratégico para canalizar las fuentes de financiamiento hacia sectores clave. Para acelerar el paso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) al 2030, se requiere que las instituciones financieras de desarrollo impulsen proyectos de gran escala mediante mecanismos innovadores que articulen la inversión pública y privada. Se resalta la importancia de la colaboración entre instituciones financieras para el desarrollo para expandir su capacidad de préstamo y su alcance.
El Compromiso de Sevilla
La reciente Cuarta Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, celebrada en Sevilla (España), reafirmó el compromiso global con el desarrollo sostenible y con el aumento del financiamiento. En el documento, la Cepal insta a los países de la región a aprovechar este impulso para acelerar la movilización de recursos financieros, fortalecer la estabilidad económica y avanzar hacia un desarrollo más productivo, inclusivo, sostenible y resiliente.