¿Por qué, a pesar de todas las reformas, inversiones y promesas, siguen ocurriendo apagones en República Dominicana? Expertos coinciden y señalan históricas causas estructurales y operativas. Mientras, en el corto plazo, la principal razón es la estrecha reserva de generación disponible.
El sistema eléctrico dominicano opera con muy poca capacidad de respaldo: si una planta grande sale por mantenimiento o si se atrasa la entrada de una nueva, de inmediato hay déficit. Esto ocurrió por ejemplo en el verano de 2023, cuando coincidieron la salida imprevista de unidades, incluyendo una de las plantas de Punta Catalina por avería, y la demora de proyectos nuevos de gas natural que debían entrar en operación.
“Al no entrar la planta prevista nos quedamos sin reservas”, admite Jose Luis Moreno San Juan, director del Instituto de Energía de la Universidad Dominicana de Santo Domingo. Al tiempo, recordó que la demanda alcanzó picos históricos de más de 3,400 megavatios (MW) en agosto de 2024, según registros de públicos, llegando a un nivel que no se esperaba hasta 2026, por lo que cualquier desbalance genera cortes.

Datos recientes ofrecidos por el académico sobre la demanda eléctrica muestran que el consumo está creciendo alrededor de un seis a un ocho por ciento anualmente, superando las previsiones iniciales y forzando al sistema a correr detrás de la demanda, por lo que solo la entrada de las nuevas plantas y la consolidación de Punta Catalina podrían generar un “alivio temporal” frente a la carrera por mantener el servicio sin apagones.
Otro elemento estructural es la dependencia en combustibles fósiles importados para la generación. Actualmente, cerca del 70 por ciento de la electricidad dominicana se produce quemando derivados del petróleo, gas natural o carbón: “Hoy dependemos en un 70 por ciento del uso del carbón, del petróleo y del gas natural. Son insumos que no los tenemos, tenemos que importarlos”, recalcó Edward Veras, director de la Comisión Nacional de Energía (CNE).
Esto no solo encarece la producción (dado que hay que comprar esos combustibles al precio internacional), sino que hace vulnerable al sistema ante fluctuaciones del mercado global o retrasos logísticos.
Un país pequeño con relativamente baja demanda, paga más caro por unidad de combustible: “Como somos un país pequeño con muy poca demanda comparados con Brasil o Estados Unidos, sale mucho más caro traer un barco de gas para suplir nuestra necesidad”, explicó Veras. Si el petróleo sube o si falla un embarque de gas natural licuado, las opciones de generación se limitan y podrían venir recortes programados.
Energías renovables
Los diferentes anuncios hechos por el gobierno muestran una apuesta a migrar a gas natural, el cual es más barato y limpio que el diésel o fueloil, y a energías renovables; pero ambas requieren infraestructura complementaria como terminales de gas, líneas y almacenamiento que lleva tiempo construir.

Precisamente, el “boom” de fuentes renovables presenta un desafío operativo propio. En los últimos cuatro años se han integrado más de 1,500 megavatios (MW) en parques solares y eólicos, elevando la generación renovable a un 25 por ciento de la matriz en el presente año. Esto es positivo en costo y sostenibilidad, pero la naturaleza variable de factores externos como el sol y el viento exige adaptar la red.
En las horas del mediodía, cuando usualmente el sol abunda, los expertos consultados explican que las fotovoltaicas inyectan mucha energía y, al caer la tarde, esa producción se desploma, esto debido a que “sin sistemas de almacenamiento aún instalados a gran escala, la variabilidad renovable está provocando fluctuaciones en la frecuencia eléctrica”.
Para evitar colapsos, el Organismo Coordinador del Sistema Eléctrico Nacional ha implementado un “inusual” esquema de protección: se desconectan automáticamente ciertos circuitos de distribución cuando baja la frecuencia, para equilibrar carga y generación. En otras palabras, Moreno San Juan explica que si una nube cubre de pronto los paneles solares y la generación cae, el sistema saca de servicio algunas “feeders” de manera preventiva, provocando apagones momentáneos a fin de estabilizar los 60 hercios (Hz).
Además, cada día en las horas de menor demanda relativa (aproximadamente de 10 de la mañana a 4 de la tarde), el despacho económico debe recortar parte de la energía solar disponible porque la red no puede absorberla con seguridad sin almacenamiento.
“Todos los días hay que cortar entre 200 y 300 megavatios de fotovoltaica que debieron ir al almacenamiento”, señaló Moreno, lamentando la falta de baterías o reservas hidráulicas para aprovechar ese excedente.
“Las renovables sin almacenamiento de energía son imposibles”, añade el académico, subrayando que la integración masiva de fuentes solares y eólicas requiere inversiones urgentes en baterías y plantas de bombeo o de lo contrario seguirán ocurriendo apagones operativos por desbalance, pese a tener energía renovable disponible.
Falta de organización
En otro orden, persisten problemas regulatorios y de coordinación institucional que dificultan mejoras rápidas. Si bien el decreto 342-20 eliminó en 2020 la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (Cdeee) para concentrar la política del sector en el Ministerio de Energía y Minas, en la práctica la toma de decisiones se fragmenta entre múltiples entes.

La CNE formula planes, el Ministerio define la política energética, la SIE regula tarifas y calidad, las EDEs operan la distribución, y el Organismo Coordinador maneja el despacho diario. Esta multiplicidad de actores requiere un alineamiento para que las soluciones se implementen correctamente.
En el pasado, la falta de un mando claro llevó a que aspectos importantes, como ampliar la generación o reducir pérdidas, se estancaran por falta de consenso o voluntad política.
El Pacto Eléctrico intenta precisamente alinear a todos en una misma ruta de acción, con seguimiento del Consejo Económico y Social. Según Veras, a mitad de 2023, “el Ministerio de Energía presentó los avances del pacto eléctrico y avanzan entre un 60 y un 70 por ciento la mayoría de las acciones”, aunque reconoce que “algunas tardarán un poco”. Entre lo pendiente está la consolidación financiera de las distribuidoras y la aplicación rigurosa de la “tarifa técnica” (tarifa real sin subsidio), aspectos necesarios para la sostenibilidad del sistema.
Esta publicación forma parte de la serie ¿Por qué se va la luz en RD?