SENASA se ha convertido en la prueba de fuego para el gobierno, la justicia, el Ministerio Público independiente, y también para el sector salud; porque, de ser ciertos los rumores sobre el “SENASA 2.0”, y la participación en todo un entramado de clínicas, farmacias, laboratorios, profesionales de la salud, etc., estaríamos hablando no sólo de un desfalco de RD$27,000 millones (16,000 del SENASA 1 y RD$11,000 del SENASA 2.0), sino de una derrota moral para el gobierno, y toda la sociedad.
La secuencia temporal de los hechos permite afirmar que esto no tiene que ver con “la maldición del segundo período”. Esto empezó mucho antes, y sólo el azar, la entereza de algunos actores que, una vez vieron lo que pasaba dieron las señales de alerta; denuncias de la oposición; reportajes de tv; denuncias ciudadanas; la seriedad y contundencia de un Ministerio Público independiente; y la firmeza de un presidente que, señalados como responsables personas de su entorno íntimo, no dudó en demarcarse y combatir responsablemente el escándalo.
Para el PRM, el problema es de gobernabilidad; para el Presidente, es un cuestionamiento directo a los principios y valores que han guiado todo su accionar privado y público y que han sido el eje en torno al cual ha estructurado su exitosa carrera política: la lucha contra la corrupción y el fin de la impunidad. Llegado el momento de probar en la práctica la teoría, el presidente dijo que no tenía cómplices, y –quizás–, entendiendo que el carro de la historia corre hacia adelante, decidió pisar el acelerador a fondo.
Que el Estado se querellase; que no ha habido trabas; mensajes subliminales de apoyo, todo lo contrario, mensajes firmes y contundentes de rechazo contra todo lo ocurrido; dice que, más que actuar por conveniencia o supervivencia política, el presidente actúa por convicción y principios.
Para el Luis presidente, el desfalco es un desafío sin precedentes a la credibilidad del gobierno, pues todo el mensaje de seriedad, transparencia, lucha contra la corrupción y fin de la impunidad, queda en entredicho. Para el Luis humano, el dolor es mayor, pues el golpe financiero a la salud del pueblo dominicano viene dado desde la traición de la amistad; la puñalada por la espalda ha sido dada por alguien de “la casa”.
Obligado por las circunstancias a tomar decisiones, el presidente no ha dudado entre elegir la justicia antes que la amistad; el reconocimiento antes que la impunidad; la acción directa, antes que el ocultamiento o el “chanceo”; el interés del pueblo al interés partidario. Este caso apenas empieza. El gobierno se juega la gobernabilidad y [quizás] las próximas elecciones; pero el presidente –que no va–, se juega todo su legado y todo lo que la historia dirá sobre él.
Que diga que no tuvo miedo y que “tiró pa’ alante”, es un buen comienzo para este capítulo de la lucha contra la corrupción administrativa. Lo de cómo terminará, aún está por verse.