En el mundo periodístico, Jaime Mantilla Anderson tuvo lo que podría denominarse una vida plena. Todo su patrimonio personal —no tiene reparo en señalarlo y reconocerlo— se perdió inexorablemente, hasta el último centavo, en sus intentos por salvar su periódico de la ofensiva estatal, pero ello no borra la huella que él y las empresas que dirigió dejaron en la historia periodística y política del país.
Tuvo la oportunidad —como miembro de una de las más importantes dinastías de dueños de periódicos de Ecuador— de formarse en cada uno de los diferentes departamentos y oficios de la industria. Vivió la época del linotipo, la de la computarización inicial y la transformación de la revolución digital del internet y las redes sociales.
Asimismo, ejerció el oficio en la época de la dictadura militar, fue uno de los protagonistas de la generación que abrazó la llegada de la democracia con anhelos y esperanza, y vivió en primera línea la consolidación del correísmo y la cooptación del Estado.
Tras 32 años de trabajo, ‘Hoy’ perdió finalmente la batalla en 2014 y desapareció. Mantilla confiesa que, pese a que su periódico había mantenido relaciones tirantes con la clase política a lo largo de toda su historia y a que él mismo había sufrido ataques personales inescrupulosos en un pasado, jamás imaginó que el régimen del expresidente Rafael Correa se ensañaría con su empresa al punto de desaparecerla. No logró avizorar el tipo de adversario que enfrentaban, pese a que hoy reconoce que las señales estaban allí, desde un inicio.
La paulatina y metódica asfixia económica a la que el régimen sometió al diario —narrada de forma tan detallada como angustiante en el libro— buscaba que este se doblegara ante el régimen y que sus contenidos dejasen de señalar las equivocaciones y fechorías de dicha administración. Sin embargo, Mantilla, por su estricto e innegociable sentido de la independencia, se negó a tomar ese camino.
“La independencia tiene un costo”, afirma Mantilla. Bajo su égida, ‘Hoy’ mantuvo una línea editorial pluralista e independiente de cualquier poder político o económico —resultado de un todo un proceso de definiciones y elecciones que se narra de forma detallada en el libro—, pero ello implicó también renunciar a una serie de posibles salvavidas que hubiesen podido ser útiles en los momentos más álgidos.
Sin embargo, afirma, todo compromiso conlleva un costo; doblegarse como periódico ante las presiones políticas o rendirse a las ofertas económicas, que no eran infrecuentes —tal y como se cuenta— hubiese significado abjurar de sus principios fundantes. Independiente hasta final, ‘Hoy’ pagó con su desaparición el precio final que le impuso un régimen inclemente, con la connivencia de amplios sectores. Pese a que el cierre del medio se dio en el apogeo, en el momento de máxima peligrosidad, del correísmo, Mantilla recuerda que, cuando llegó la hora de las definiciones, nadie más quiso jugársela por la defensa de ‘Hoy’.
El libro permite al lector, por medio de un recuento minucioso, comprender el volumen y el alcance de la oferta de productos que ‘Hoy’ llegó a tener, así como la variedad y el calibre de profesionales con los que contó. Fue, además, una gran escuela, donde se formaron muchísimos profesionales sobresalientes, pero Mantilla considera que eso no fue mérito de él, sino de la calidad de profesionales que integraron la empresa.
El periódico tuvo episodios de fricción con diferentes gobiernos —narrados meticulosamente— e incluso fue un actor importante en el derrocamiento de algunos. Hoy, Mantilla reconoce que, aunque comprensible, lo sucedido con el expresidente Abdalá Bucaram fue un error y considera que la función de un periodista no es juzgar ni decidir, sino narrar de forma fiel y justa los hechos. Pese a lo sucedido, sigue creyendo en el oficio periodístico. No aprueba la práctica del sensacionalismo ni cree que tenga futuro, y tampoco cree que tenga sentido insistir, en los tiempos actuales, en una prensa excesivamente abstracta y distante. Cree que la prensa tiene futuro siempre y cuando sea capaz de mantenerse vinculada a la comunidad, ofreciendo información relevante para los ciudadanos, y de ganarse a las nuevas audiencias, mucho más pragmáticas, exigentes y apresuradas.
Han pasado ya ocho años desde que ‘Hoy’ desapareció, pero las dolorosas disputas legales, tal y como se cuenta en el libro, aún continúan. Mantilla afirma que no guarda rencor contra quienes orquestaron toda esa persecución que aún no termina, pero que sí tiene, y tendrá, memoria. No ha buscado justicia en instancias internacionales porque no tiene los ingentes recursos que eso requiere. Lo que sí tiene es la inquebrantable convicción de que, tarde o temprano, a todos nos llega el momento de responder por nuestros actos.