Son muchas las acepciones y modalidades que se han vertido en los medios de comunicación, textos, ensayos académicos, investigaciones, análisis psicológicos entre otros, sobre la corrupción.
Un tópico que desde que el ser humano apareció en la faz de la tierra ha sido motivo de análisis pues es parte consustancial de la naturaleza misma del ser humano es la corrupción.
Ha sido una lucha constante de los no corruptos para evitar o controlar que los amantes de los recursos en sus diferentes variedades dejen de no hacer usufructo de los mismos sin haberlos producido, no pertenecer o no ser de su propiedad.
Hay muchos seres humanos amantes de lo mal habido, que viven una vida aprovechándose del esfuerzo o el trabajo de los demás, ya que al no tener las habilidades o inteligencia de sus semejantes por envidia, celos o simplemente por carecer de la competencia que adornan a sus semejantes, quieren disfrutar de lo que los demás han obtenido en la vida con mucho esfuerzo e inteligencia.
También, se dice que el corrupto lleva esa práctica en su ADN, en los tuétanos de sus huesos que por más que luche contra esa conducta maliciosa, nunca puede erradicarla de su estilo de vida, viendo en la misma una forma de vida normal, pensando que el ser humano que actúa contrario a su forma vivir corrupta es anormal.
El corrupto vive casi las 24 horas, pensando en cómo conseguir dinero de forma fácil, pues lleva una vida de lujo sin hacer mucho esfuerzo para vivir.
Es una manera de vivir muy perniciosa, es un estilo de vida que hace mucho daño a sus semejantes.
El corrupto actúa en la sombra, estudia el proceder de los demás, sorprendiendo la buena fe de su semejante pues altera o modifica la realidad de los costos, precios, gastos con tal de obtener pingües beneficios.
La corrupción llega al extremo de ser considerada un caso clínico porque quienes la ejercen son reiterativos en los hechos que cometen, no pierden la menor oportunidad para estafar a los demás o desviar fondos destinados para un fin determinado, sin importar a quien o quienes les pueden hacer daño, pues estos solo se concentran en sus ansias de dinero para satisfacer su vida de opulencia.
El corrupto, siempre quiere encontrar un aliado, un socio para cometer sus fechorías, siempre pensando en estafar a los demás o a los más desprevenidos o incautos.
La corrupción, es el abuso del poder público con el objeto de obtener gratificaciones de índole privado o beneficios políticos. Entre los factores de carácter jurídico que favorecen las prácticas de corrupción se pueden señalar la falta de una regulación específica en la materia.
La corrupción política, se refiere a los actos deshonestos o delictivos cometidos por funcionarios y autoridades públicas que abusan de su poder e influyen a realizar un mal uso intencional de los recursos financieros y humanos, a los que tienen acceso, anticipando sus intereses personales o los de sus allegados, para conseguir un ventaja ilegítima generalmente de forma secreta y privada.
Como se sabe, lo contrario a la corrupción es la transparencia. Según Hernández Gómez (2018), la corrupción es toda violación o acto desviado, de cualquier naturaleza, con fines económicos o no, ocasionada por la acción u omisión de los deberes institucionales, de quien debía procurar la realización de los fines de la administración pública y que en su lugar los impide, retarda o dificulta.
Se habla hoy, del nivel de corrupción o de transparencia de un Estado legítimo. Muchos pagan sobornos en efectivo o en especie para poder recibir una educación o un tratamiento médico adecuado, para acelerar trámites administrativos o para evitar pagar una multa.
Las formas de corrupción varían, pero las más comunes son el uso ilegítimo de información privilegiada y el patrocinio, además de los sobornos, el tráfico de influencia, la evasión fiscal, las extorsiones, los fraudes, la malversación, la prevaricación, el nepotismo, la impunidad y el despotismo.
La corrupción facilita a menudo otro tipo de hechos criminales como el narcotráfico, el lavado de dinero, la prostitución ilegal y la trata de personas, aunque por cierto no se restringe a estos crimines organizados y no siempre apoyan o protegen otros crimines.
Son muchos los factores que inciden sobre los niveles de corrupción, algunos facilitando y otros dificultando.
A nivel institucional y en la justicia, se tiene una posición firme y atenta respecto de los distintos tipos de corrupción, ella tendrá tendencia a disminuir y a la inversa si se da el caso contrario.
De todas formas, la represión y la sanción en relación con los actos de corrupción deben existir y fortalecerse cada vez más, pero también tienen sus límites.
El narcotráfico así como ciertos sectores corruptos enquistados en la política, llegan a tener tanto poder y a ejercer tanta presión, que difícilmente logran ser combatidos.
La clave para en alguna medida frenar la corrupción posiblemente se encuentre en el fortalecimiento del tejido social-institucional. En este sentido la educación en valores puede llegar a ser uno de los pilares, así como procedimientos menos abiertos y más transparentes en relación con el manejo del dinero.
Y la implementación de las transacciones financieras, incluyendo por cierto el uso del llamado dinero telemático o dinero digital, o sea el uso de especies dinerarias electrónicas y nominativas, sin base material anónima, y que permita el cómodo seguimiento de largas cadenas de transacciones.
En la República Dominicana disminuye la percepción de la corrupción. Actualmente la nación dominicana obtuvo 32 puntos en el índice de percepción de la corrupción que publica la Organización para la Transparencia Internacional.
Su puntuación ha crecido en el último año, luego en este tiempo ha mejorado la percepción que los dominicanos tienen respecto a la corrupción en el sector público del país.
Con esa puntuación la República Dominicana mejora su situación hasta la posición número 123, de las 180 del ranking de corrupción gubernamental, luego sus habitantes creen que existe mucha corrupción en el sector público.
La percepción en los últimos dos años en la República Dominicana ha mejorado, lo que también ha supuesto una mejora de su posición en el ranking internacional de corrupción.
El actual gobierno dominicano presidido por el ciudadano presidente de la República, Luis Rodolfo Abinader Corona, desde que asumió sus funciones como tal ha librado una lucha constante contra ese flagelo que tanto daño causa a la sociedad dominicana.
Se sabe que la corrupción no es exclusiva de la nación dominicana sino que en uno u otros países se da en niveles que varían conforme su educación al respecto.
La corrupción es un problema que afecta a muchos países y la República Dominicana no es la excepción, este flagelo que se caracteriza por el mal en el poder Público, en procura de obtener una ventaja o beneficio indebido para quien actúa, o para terceros, que genera restricciones para el ejercicio de los derechos fundamentales.
El código penal dominicano, tipifica diversos actos de corrupción en el Estado como son: el desfalco o apropiación de valores, el soborno o cohecho o prestar servicio por dádivas, recompensas o promesas remuneratorias, actos que en conjunto configura la prevaricación.
Ser parte del acto de corrupción, de cualquier tipo que se trate, implica por tanto una trasgresión a las instituciones del Estado y a la convivencia social, la cual deteriora en el largo plazo la confiabilidad de las personas en las instituciones y en las mismas personas que cuentan con el poder
Este delito es cometido por los servidores públicos que se alían para tomar medidas contrarias a una ley, reglamento o disposición de carácter general para impedir su ejecución o para renunciar a sus puestos con el objetivo de impedir o suspender la administración pública.
A través de estas reflexiones, se hace un llamado para que todo aquel funcionario que piense en atentar con los bienes del Estado que piense siempre que al cometer un acto corrupto está perjudicando a una legión de dominicanos que espera que se les satisfagan sus necesidades más perentorias y, de no producirse dicho acto, son muchos los dominicanos que beneficiarían las necesidades de salud, educación, vivienda, entre otros.
Se hace imperioso cumplir cabalmente la Ley contra la corrupción núm. 448-06 a los fines de que se comience a erradicar de una vez y por todas las odiosas prácticas de corrupción, flagelo que va en detrimento del desarrollo, crecimiento y bienestar de la población dominicana.
Es mucho el esfuerzo que imprime el actual gobierno dominicano, con miras a erradicar o por lo menos paliar ese crimen de lesa humanidad, llamado corrupción.
Que se respete la Ley 448-06 contra el soborno, el comercio y la inversión y la Ley de Ética e Integridad Gubernamental para que los funcionarios públicos cambien la cultura de hacer uso indebido de los recursos públicos en detrimento de un pueblo bueno y trabajador, como lo es el dominicano.
felix.felixsantana.