Cuando Stephanie Muñoz Arias subió un video que daba cuenta de la situación por la que atraviesa desde hace más de cinco años, recibió el apoyo de mucha gente que ha creído en su historia. Es en Colombia donde ella tiene un caso abierto por la custodia de su niña Letizia.
Ella está agotada por la lucha legal y emocional que libra para recuperar a su pequeña de cinco años. Se acercó a LISTÍN DIARIO para contar la realidad que hay detrás de lo que está viviendo. “He tenido que buscar ayuda psicológica porque tengo problemas para dormir, me han dado ataques de pánico, de ansiedad, depresión…”. Cuando habló de esta parte, sus ojos revelaron que también sufre de tristeza. No es para menos. Según la versión que mantiene desde que dio a conocer su caso, el colombiano Guillermo Rodríguez, su expareja, la maltrató psicológica y físicamente, y lo peor, le arrebató a su niña que tanto necesita de su mamá.
Toda esta carga emocional es lo que la lleva a soñarse constantemente con su niña. “Pero más que sueños, son pesadillas. Siempre veo cómo mi hija se va, cómo se la llevan, la aleja de mí su papá. Es algo muy desagradable”. Hablar de esta parte la destroza y lo demuestran unas lágrimas, que limpia para disimular su sentir.
Arreglando su cabello a cada momento, Stephanie va contando lo duro que ha sido para ella el que le hayan quitado a su niña desde pequeñita. Tanto es así que, al preguntársele que si le gustaría tener más hijos, se limitó a decir: “El que me hayan quitado a mi niña, también me quitó las ganas de volver a ser mamá”. Esto dolió y su cara se encargó de “decirlo”.
Rápido se repone y comenta que, no le desea a nadie que pase por el calvario que ella ha pasado. Sabe que tal vez muchos conocen su historia, pero está clara en que pocas personas saben de las lágrimas derramadas, de la ansiedad generada y sobre todo, de la impotencia desatada por no solo ser víctima de violencia, sino también de un sistema que la está llevando a la desesperación.
Día Internacional de la Mujer
Aprovechando esta conmemoración que será el próximo miércoles, día ocho de marzo, Stephanie clama por ayuda para poder recuperar a su niña. “Porque el proceso de demanda de custodia ha sido muy lento. A mediados del año pasado hizo la solicitud de custodia, y en enero de este año es cuando esta ha sido conocida para proceder al siguiente paso, que asumo es el juicio. Todo ha sido a cuenta gotas y en su terreno, allá en Colombia, pero me mantengo confiada en Dios, positiva en que me devolverán a mi hija”. Muestra fortaleza.
Y, siguiendo apegada al Día Internacional de la Mujer, la joven, que se dedica al diseño de interiores y a los bienes raíces, se refirió a la violencia de género. “Según mi experiencia, aún falta mucho en nuestros países para acabar con esto, entiendo que, para que se pueda lograr algo, todas las instituciones tienen que estar a la par en cuanto a la verdadera protección de la mujer, pero lo que hace una lo daña la otra”. Esto lo dice con conocimiento de causa.
A ella, en Colombia, una entidad le dio una medida de protección, pero la otra “me dijo que tenía que ir a casa del abusador todos los días, es decir, me mandó a la boca del lobo. También el abusador sabe que no tiene sanciones severas o que con relaciones y dinero, lo puede resolver porque la deficiencia del sistema es fácilmente manipulable”.
El Instituto Colombiano de Bienestar Familiar la benefició con un acuerdo que le permite mantener contacto con Letizia a través de visitas presenciales y por videollamada. Pese a todo esto, no se le hace fácil lograr tener privacidad con su niña. Hasta para conversar con ella a distancia debe ser en presencia del padre o de la familia. Aunque otras mujeres han puesto demanda en contra de Guillermo Rodríguez, nada ha procedido, y eso no le ha facilitado las cosas a Stephanie que clama por la custodia de su pequeña.
En la “boca del lobo”
La dominicana, que se volvió viral luego de colgar en las redes sociales un video en el que cuenta su historia como víctima de violencia y madre despojada de la custodia de su niña, vivió dos meses en un refugio. “Cuando denuncié al papá de mi hija, por primera vez, en 2018, me llevaron a un refugio con mi niña de tres meses de nacida. Ahí duramos dos meses. Nos enfermamos las dos, y a ella hubo que internarla por una semana. Para salvaguardar su bienestar, me vi obligada a quedarme en la casa de la mamá de Guillermo, es decir, cerca de mi agresor, porque de lo contrario, no podía estar con ella”. Con esta decisión muestra que una madre lo sacrifica todo por sus hijos “hasta mi vida soy capaz de dar por mi hija”.
Luego de esto, se mete en la “boca del lobo” cuando Guillermo Rodríguez, padre de su niña, le pide que se quede en la casa que él vivía, dizque para que estuviera más cómoda. “Craso fue mi error. Una vez en su casa, ya no dejó salir a la niña”. Fue a partir de entonces que la dominicana comenzó su lucha titánica para recuperar a Letizia, que es el amor de su vida.
Hasta aquí, muchos conocen lo que ella ha pasado, pero pocos saben de su desvelo, de su entrega, de su afán para lograr que se haga justicia en un país que no es el suyo. “Estoy luchando a distancia, con un agresor que es abogado y que tiene múltiples relaciones allá. Pero sé que Dios me ayudará, que mi hija estará conmigo”. Cuando Stephanie relata esta parte deja saber que hay algo que la mantiene fuerte, es el hecho de que cuando a su niña le preguntan que cuál es la persona más importante en su vida, ella responde: “Mi mamita”.
Su hija se lo demuestra. Cuando fue a Colombia en el mes de noviembre para el cumpleaños número cinco de Letizia, la rebozó de alegría cuando la niña la vio por la ventana y no cabía de la felicidad. Eso sucedió en la casa de la abuela, la madre de Guillermo. Claro, para Stephanie compartir con su hija debe hacerlo en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). No puede llevar de paseo.
“Mi hija me necesita”
La menor solo ha venido una vez al país y, aunque los padres tienen un acuerdo internacional que establece que ambos tienen derecho a compartir las fechas de Navidad, vacaciones y Semana Santa con Letizia, “no ha sido así”. La madre dice que nunca él la deja estar con ella. “Solo puedo llamarla por video todos los días, pero siempre con su familia o con él”. Se lamenta porque ni en la distancia le dan su privacidad.
Con una expresión de dolor, de desolación, la joven asegura que ella sí ha cumplido desde el principio con todo lo establecido. “Inclusive, cuando estuve en Colombia, sin trabajo, sin un lugar donde vivir, me comprometí a dar mi parte para su manutención, y aunque no era mucho lo que daba, lo hacía siempre. Mi madre me ayudaba, y todavía asumo ese compromiso. Hasta le he dicho que me entregue a mi niña, que yo la mantengo”. Lo dice decidida.
Está dispuesta a todo con tal de tener a su hija con ella. “Porque yo sé que mi hija está en peligro, mi niña a veces se pone agresiva, hay personas que me lo han dicho, porque él no se mide, pelea y agrede delante de ella. Es más, un día me dijo: ‘mami, yo sé que te fuiste porque mi papi te gritaba’. No le respondí a eso, porque no quiero dañarla. Solo me importa su bienestar y eso solo puedo dárselo yo”. Stephanie no tira la toalla. Espera que se haga justicia y se lo implora a las autoridades colombianas.
La manita de la niña
“Mi hija nació con una pequeña condición en una mano. Tiene tres deditos cortitos, que no se desarrollaron por completo. He averiguado todo respecto a este tema, y los médico siempre dicen lo mismo, que no hay nada que hacer y, que de necesitar una prótesis, sería después que tenga más edad. Pero qué pasa, cada vez que su papá quiere que yo le firme un permiso para llevarla de viaje, dice que es para ver a un médico. Sin embargo, a mí nunca quiere firmarme un permiso”.
Hace un tiempo, la llevó a Miami, y Stephanie también fue para ver a la niña. “Pero no me dejaba estar tranquila con ella, me amenazaba con llamar la policía hasta por una llamada que le hiciera y no atendiera rápido”.