Viajar a la capital desde Puerto Plata, años atrás, era todo un proceso, estaban las guaguas El Expreso y otras, pero casi siempre nosotros viajábamos con don Francisco Papaterra, en un Chevrolet grande que salía a las 3 de la madrugada.
En noviembre del 1977 hice con mi padre Epifanio, uno de los viajes que no se olvidan, como siempre nos alojamos donde la tía Jovita y la prima Dinorah, me recetaron lentes, visitamos al profesor Juan Bosch en su casa de la César Nicolás Penson número 60 y visitamos la redacción del Listín Diario, ahí tuve la oportunidad de saludar a don Rafael Herrera.
Años después en el colegio San Felipe, la profesora Jeanette Morales nos hacía analizar en su clase de Lengua Española, el editorial del Listín, con frecuencia don Rafael planteaba lo que llamaba; “Ideas tontas”, casi siempre sesudas reflexiones sobre la realidad dominicana, un rol que este periódico no ha dejado de jugar nunca.
Sin las luces de don Rafael, me permito tomar prestada su expresión.
La pasada semana el secretario general de la ONU António Guterres ha estado en Haití y ha insistido en la necesidad de una fuerza de seguridad internacional, que apoye a la policía de ese país frente a la ola de violencia de las bandas criminales.
En esos días el experto en derechos humanos para Haití del Alto Comisionado de las Naciones Unidos, Willian O’ Neill pidió a la República Dominicana y a otros países de la región detener las repatriaciones masivas de haitianos, lo que provocó la doble respuesta de la cancillería y del presidente Abinader rechazando esas pretensiones, uno podría pensar que uno y otro jugaban los viejos roles de policía bueno, policía malo que el cine nos enseñó.
Canadá ha anunciado una serie de medidas sobre el tema de Haití, incluyendo el fallido intento de instalar una oficina en territorio dominicano, Estados Unidos ha hecho lo propio, las naciones del Caricom han hecho sus propios planteamientos, lo mismo que nuestro país. Mil ideas, todas sueltas.
Las cumbres y las comisiones han perdido valor en el tiempo como mecanismos de solución a los problemas, con frecuencia allí van a parar los temas que no tienen solución o cuya solución no se busca realmente.
Pero tal vez no sea ocioso proponer una gran discusión sobre la crisis haitiana, un debate abierto con la participación de la comunidad internacional, la República Dominicana y sobre todo los sectores representativos de Haití.
La única manera efectiva de enfrentar la terrible crisis de seguridad, la crisis humanitaria y la virtual parálisis de ese país, es con una discusión franca y abierta en la que los representantes de la sociedad civil, las iglesias y la clase política haitiana, planteen sus argumentos y la comunidad internacional establezca las líneas de acción en la que puede apoyar a Haití, con o sin, las odiosas fuerzas de intervención.
La mejor forma de alcanzar una salida duradera al más grave drama humano del hemisferio es con un esfuerzo conjunto, de las inteligencias de las grandes potencias, de los vecinos del Caribe y, sobre todo, del pueblo haitiano, que permita unificar criterios sobre; ¿Qué hacer y cómo hacerlo?
Una cumbre sobre Haití me parece un imperativo impostergable. Pero, tal vez sea una idea tonta y, de seguro, no tan brillante como las de don Rafael Herrera.