Su nombre científico es Cavanillesia chicamochae y, por su particular condición endémica, este árbol es insignia del Departamento de Santander, en Colombia.
Su forma no solo es curiosa, también es de exótica belleza. Sus características son poco comunes: tronco grueso y ramas delgadas y solo crece en el Cañón del Chicamocha, a 54 kilómetros de Bucaramanga, capital de Santander.
Su hábitat ecológico son los bosques secos, sin embargo, esta particular ubicación es privilegiada porque se trata de un escenario que ofrece al espectador un paisaje majestuoso.
Curiosamente, la ceiba barrigona es el árbol al que se hace referencia la novela El Principito, de Antoine de Saint-Exupéry, donde se describe como “capaz de destruir planetas”.
En el mundo real es una especie fundamental para el equilibrio del ecosistema. No perjudica otras especies y, para los antepasados que habitaban la región, fue de gran utilidad porque su resistente tronco era utilizado para la construcción de pequeñas embarcaciones.
La especie alcanza entre cuatro y ocho metros de altura y su tronco puede alcanzar hasta ocho metros de diámetro, lo que hace del árbol adulto un impresionante regalo de la naturaleza.
UNA VOZ DE ALERTA
Para los colombianos la ceiba barrigona es especial. La Gobernación de Santander acogió este árbol como símbolo del departamento.
En la actualidad está amenazada. La introducción de ganado caprino a la zona ha provocado que se disminuya su número porque los cabros se alimentan de sus semillas.
El peligro crece. Este árbol se encuentra en la categoría de amenaza de la Unión internacional para la Conservación de la Naturaleza como en Peligro de Extinción (EN).
La inestabilidad del terreno en el que habita y la presencia de ganado caprino (las cabras se alimentan de la corteza blanda de los troncos y de las semillas que produce el árbol) evita la regeneración de las ceibas.
Esta situación ha motivado a la agencia especializada en turismo sostenible The Wellness Journey (Welljoy), en alianza con la Fundación Bioinn, a promover iniciativas para sembrar las semillas de la ceiba barrigona y colaborar con su preservación.
“Nuestro objetivo es contribuir para conservar la flora nativa de Santander. Queremos motivar a los locales a ser parte de la iniciativa y a los turistas para que “adopten una barrigona” que será cuidada durante varios años para su posterior siembra en el Cañón del Chicamocha, al llegar el tamaño requerido”, explica Laura Acuña, gerente general de Welljoy.
A cambio, el turista se lleva a casa una pieza hecha a mano por las mujeres locales y que simboliza la ceiba barrigona, pero, además, es una fuente de ingreso para las familias de artesanos.
Lo emotivo del gesto es que los padres adoptivos o padrinos pueden bautizar su planta y regresar a Santander para ver su progreso.
Las entidades medio ambientalistas también contribuyen con la construcción de semilleros de conservación de flora nativa, jornadas de recolección de semillas en el Cañón del Chicamocha y planes de reforestación enfocados en la conservación de la “barrigona”.
UNA CEIBA EN CUALQUIER LUGAR
“La denominamos Barrigona Planetaria” es porque a través de este proyecto puede haber una ceiba en representación de cualquier parte del planeta.
“Además- agrega Acuña-, la siembra compensa la huella de carbono generada por el viaje”.
La tasa de crecimiento de la ceiba es incierta, porque dependen de las variables que influyen en su desarrollo.
A la fecha, gracias al trabajo desarrollado por el equipo de la Fundación Bionni, Welljoy y otras entidades, más de seis mil ceibas barrigonas ya tienen un futuro asegurado en Santander.