En un país donde la deuda pública consolidada supera los 74,900 millones de dólares y el déficit fiscal ronda los RD$240 mil millones, uno pensaría que cada peso se cuida como el agua en el desierto. Sin embargo, recientemente el gobierno dominicano destinó RD$1,500 millones para entregar un bono de RD$1,500 a un millón de madres. Un gesto simbólico, sí, pero que nos obliga a preguntarnos seriamente: ¿a dónde vamos a parar?
Mientras se regala, el campo espera.
En paralelo a ese gasto masivo, productores agrícolas de distintas regiones siguen esperando pagos que datan de hace más de seis meses. La deuda del Estado con el sector agropecuario no es menor, ni reciente, ni accidental. Solo con el Inespre se acumulan RD$1,414 millones, de los cuales RD$976 millones corresponden a la actual gestión. A proveedores de alimentos se les deben más de RD$230 millones.
Agrodosa mantiene pasivos por RD$315 millones con agricultores que perdieron cosechas tras fenómenos naturales. En San José de Ocoa, se adeudan más de RD$108 millones por compras de productos que nunca se pagaron. En Constanza, el Estado aún no salda más de RD$70 millones por cultivos suplidos a programas públicos.
El caso de San Juan es aún más preocupante:
RD$138 millones pendientes a productores de habichuelas,
RD$205 millones a productores de cebolla en zonas como Vallejuelo,
RD$400 millones a propietarios de tractores por preparación de terrenos.
Aunque se convirtieron RD$932 millones en préstamos a tasa cero, lo que los productores esperan no son favores financieros, sino el pago justo por lo ya entregado.
¿Cuál es el rumbo?
Mientras el gobierno gasta en bonos que se evaporan en un día, el campo —que garantiza nuestra seguridad alimentaria— acumula deudas sin respuesta. El total de los compromisos supera los RD$3,200 millones, más del doble de lo regalado en el Día de las Madres. ¿Es esto racional? ¿Es esto justo?
No se trata de negar el valor simbólico de apoyar a las madres. Se trata de preguntarnos por las prioridades. ¿Cómo puede construirse un país que regala lo que no ha pagado? ¿Cómo se fortalece una economía cuando se sacrifica a quienes la sostienen?
Las señales son preocupantes.
Regalar cuando se debe es fácil, cómodo… y populista. Pero es insostenible. Los hombres y mujeres del campo sembraron, trabajaron, transportaron, aseguraron. Cumplieron. Hoy siguen esperando, mientras el Estado celebra gestos que no resuelven nada estructural.
¿A dónde vamos a parar si esta es la lógica de gestión? Si se siguen acumulando deudas con los sectores productivos para financiar acciones de impacto emocional, el precio será alto: menos producción, más desconfianza, más dependencia.
Reflexión final
Entre tú y yo, lo urgente no es solo dar, es cumplir. No se construye futuro con aplausos de un día, sino con compromisos honrados. Un país que paga tarde, prioriza mal y celebra con dinero ajeno, camina hacia un lugar incierto. Y todos —aunque no queramos— vamos montados en ese mismo caballo.
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