Rafael Guillermo Guzmán Fermín
Durante años, Colombia fue tomada como un referente regional en materia de seguridad pública, sitial avalado por su lucha frontal contra el narcotráfico, la profesionalización de su policía y la cooperación internacional, acciones que captaron la atención de muchos países, entre ellos, la República Dominicana.
Actualmente, la Policía Nacional está recibiendo asesoría directa de expertos colombianos en el marco de la “nueva reforma policial” orientadas a mejorar nuestra seguridad ciudadana, sin embargo, la actual situación que atraviesa la nación sudamericana nos obliga a reconsiderar este enfoque que, lejos de consolidar una paz perdurable, hoy Colombia sufre un resurgimiento alarmante de la violencia, que van desde asesinatos, secuestros, producción récord de cocaína, hasta la pérdida del control territorial ante grupos armados.
Lo peculiar de esto, es que estos retrocesos han ocurrido con la misma policía profesional de antes y con una amplia experiencia operativa. Lo único que ha cambiado -y que ha fallado- es la política de seguridad pública del gobierno.
Una policía entrenada no sustituye una política de seguridad eficaz
El caso colombiano proporciona una lección evidente: sin un plan nacional competente, integral y bien ejecutado, ninguna fuerza del orden público, por más profesional que sea, puede garantizar la seguridad ciudadana.
En este sentido, el actual gobierno colombiano, en vez de enfrentar con firmeza el crimen organizado, escogió por estrategias de diálogo simultáneo con múltiples grupos armados, redujo el accionar militar y debilitó mecanismos fundamentales de inteligencia y cooperación internacional.
El resultado ha sido de un deterioro dramático: incremento de homicidios, avance de carteles de drogas, desplazamientos masivos y el flujo de armas tecnológicas en manos de criminales.
La República Dominicana debe diseñar su propio camino
La realidad dominicana es diferente a la colombiana y, por consiguiente, no debe de reproducir modelos sin el necesario análisis y adaptación. Lo que requerimos no es copiar sistemas extranjeros, sino diseñar un modelo dominicano de seguridad ciudadana, con pilares instituciones sólidos, enfoque eminentemente preventivo y visión de Estado.
Es preciso que ese modelo surja del Ministerio de Interior y Policía con una estrategia integral de seguridad pública que incluya:
a) Prevención del delito y programas sociales para jóvenes en comunidades en condición de vulnerabilidad.
b) Reformas profundas en la Policía Nacional con supervisión civil efectiva.
c) Coordinación interinstitucional entre justicia, inteligencia y la Policía Nacional.
d) Inversión sostenida en barrios vulnerables.
e) Combate enérgico a la corrupción interna.
En consecuencia, la asesoría internacional debe de ser una herramienta complementaria, pero jamás el eje principal de nuestras decisiones de seguridad ciudadana. Podemos aprender de las experiencias de otros países, pero nunca reproducir sus errores.
Aun cuando Colombia tiene cuerpos de seguridad capacitados y experimentados, padece hoy una crisis multidimensional. El ejemplo más reciente lo constituye el atentado del pasado 7 de junio contra el precandidato presidencial, el senador Miguel Uribe Turbay, perpetrado por un supuesto sicario, que nos hace recordar los tiempos de la era de terror de Pablo Escobar.
Si a esto le agregamos que, en regiones costeras y fronterizas, el Estado colombiano ha perdido presencia; que grupos como los del ELN, las disidencias de las FARC y el Clan del Golfo controlan extensos territorios por completo, con acceso a tecnologías militares y vínculos internacionales, e incluso poseen drones comerciales para realizar ataques directos.
Bajo este panorama, creo que continuar tomando a Colombia, y a cualquier otro país como un modelo de éxito es no ver el presente y aferrarse a un pasado que ya no existe.
La seguridad en general no se improvisa, ni se impone desde fuera, más bien se construye en el terreno, con planificación, liderazgo y visión estratégica. Nuestro país tiene la oportunidad y la responsabilidad de crear un modelo propio, con enfoque humano, compromiso institucional y respeto a los derechos fundamentales consagrados en la Constitución.
Más que buscar recetas importadas, debemos “cocinar” nuestra propia estrategia, con los “fármacos” que nuestra sociedad necesita: prevención, justicia, oportunidades y lucha firme contra el delito. Para el logro de todo esto, el país cuenta con grandes expertos dominicanos, con sobrada experiencia y que conocen al dedillo la Policía Nacional dominicana por dentro y por fuera.
iEs momento de actuar con cabeza propia! Colombia nos da lecciones valiosas, pero también señales claras de advertencia.
El autor es miembro del Círculo Delta.