El ruido de las retroexcavadoras y cargadoras moviendo escombros no resonaba. Estaban paralizadas y, en su lugar, había una comisión de la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (Onesvie), evaluando el estado de las infraestructuras en las zonas de la penitenciaría La Victoria que fueron afectadas por el incendio.
El personal de la Onesvie presente en las inmediaciones de la cárcel se negó a emitir declaraciones a la prensa nacional.
En el día de ayer, el voraz incendio que consumió varios pabellones de la Cárcel de La Victoria no se limitaba a las paredes de la prisión, sino que se extendía a los corazones de los familiares de los internos que permanecían recluidos, que fueron trasladados y de los que murieron en la tragedia.
Las visitas fueron suspendidas varios días como medida de seguridad. El caos reinante impedía cualquier contacto externo con los reclusos. Sin embargo, la situación comenzó a estabilizarse cuando fueron permitidas nuevamente, aunque bajo estrictas medidas de seguridad y control.
Los familiares, ansiosos por reencontrarse con sus seres queridos y asegurarse de su bienestar, acudieron en masa a la cárcel, llevando consigo ropa, zapatos, alimentos, dinero en efectivo y otros.
Algunos se mostraron molestos porque las autoridades de la penitenciaría les permitían el paso, pero haciendo minuciosa inspección de los bultos y en algunos casos, sin dejárselos entrar.
El ambiente era incomodo e intranquilo, debido a las incesantes quejas y enojo de los familiares de los presos, hambrientos por recibir información.
La falta de información oportuna intensificaba su angustia y desesperación. Había algunos congregados a las afueras de la cárcel, clamando por respuestas que no llegaban. Al cuarto día de registrarse el incendio, muchos no sabían aún si su pariente recluido estaba vivo o muerto.
Dos carpas blancas con personal de la Procuraduría General de la República (PGR) estaban tratando de ayudar a los familiares de los presos a encontrarlos.
La señora Leonida Reynoso De la Cruz, quien reside en Villa Mella (Santo Domingo Norte) corrió con la suerte de que sus dos hijos reos salieron ilesos del siniestro. Se enteró ayer mismo al ir a la cárcel. Sin embargo, le acababan de dar la información de que el menor de los dos, quien tiene una condena de cinco años, fue trasladado a Higüey, sin posibilidad de que ella pueda ir a verlo.
“Uno con el otro se cuidaban aquí y ahora me preocupa, me duele la cabeza. El que se llevaron para Higüey es el que más se comunica conmigo y el hermano que está aquí fue que me informó”, expresó a la cámara de LISTÍN DIARIO.
Sin hacinamiento
Cerca de las 10:30 de la mañana, un estruendo conmocionó a las personas que estaban en los alrededores del recinto carcelario. Decenas de internos daban fuertes golpes dentro de una camioneta que los trasladaba hacia otras cárceles.
“Están abusando con los presos”, “inhumanos”, “no nos están dando comida”, fueron algunas de las palabras que expresó el grupo que aprovechó la concurrencia de los medios de comunicación para denunciar los “abusos cometidos en su contra”.
Pastora Díaz, misionera de una organización llamada Renovación de los Encarcelados, describió al salir de una visita a la cárcel que “los que resultaron afectados, que son damnificados, están todos desnudos en calzoncillos, metidos en una celda, apilados. Había 117 solo en ese espacio, terrible… hay camitas, pero con tanta gente no creo que tengan todos donde dormir. Algunos se acostaran en el piso”.
Apoyo
En medio de la tragedia, la solidaridad se convirtió en un rayo de esperanza. Voluntarios, organizaciones y algunos funcionarios brindaban asistencia.
Tras tener acceso a las celdas, Renovación de los Encarcelados llevó ropa, sábanas, zapatos, detergentes, comida, entre otros. De igual manera, una comisión puertorriqueña llevó comida y la palabra de Dios a los reclusos.
El hecho
Por la tragedia fallecieron trece internos, de los cuales hay diez cuya identificación no se ha podido establecer.
Servicios Penitenciarios explicó que 1,300 internos que se encontraban cerca del área donde se produjo el incendio fueron reubicados en áreas no afectadas del penal de La Victoria, mientras que otros fueron trasladados a otras cárceles.