Una nación se puede definir como el conjunto de personas que se identifican con un territorio, idioma, raza y costumbres. Tienen además una identidad cultural, histórica y religiosa que los une. Entendido así el concepto de nación, la República Dominicana lo es. Sin embargo, estamos presenciando como en los últimos años todas estas identidades se han ido deteriorando rápidamente, debido fundamentalmente a la masiva invasión pacífica de una multitud de personas extranjeras que no tienen ni el mismo idioma, ni la misma raza, ni las mismas costumbres y mucho menos la misma identidad cultural, social y religiosa que nosotros.
Por estas razones podemos decir que si la masiva invasión de ciudadanos haitianos continúa al mismo ritmo que en los últimos tiempos, seguramente dentro de unos 10 a 15 años la República Dominicana no podrá llamarse realmente una nación, pues ni tendremos un idioma, una raza, unas costumbres, una creencia religiosa, ni una cultura que nos identifique y nos una.
Nadie tiene dudas de que las inmigraciones controladas son beneficiosas para cualquier nación. Los miles de españoles, italianos, “turcos”, y de otras latitudes que han llegado a nuestra nación a lo largo de nuestra historia nos han enriquecido en todos los sentidos. Pero lamentablemente este no es el caso de los emigrantes haitianos, los cuales en su gran mayoría consideran que ellos son los legítimos dueños de nuestras tierras y que nosotros somos los usurpadores.
Estamos de acuerdo con las repatriaciones masivas que están haciendo las autoridades de migración recientemente. Pero también estamos convencidos de que por diversas razones no serán en definitiva el remedio definitivo al tremendo problema que enfrentamos. Por lo tanto, la solución tiene que enfocarse de otra manera, es decir, en las mismas fuentes de trabajo, partiendo de la lamentable situación de qué, por miopía histórica de pasados gobernantes, en la agricultura y en la construcción el daño ya está hecho y es prácticamente irreversible. Una forma de enfrentar el problema sería determinando que a partir de enero del 2026, es decir, dentro de un plazo de tiempo suficiente para hacer los ajustes necesarios, quedarán vencidos TODOS los permisos de trabajo para emigrantes de nacionalidad haitiana. Luego, concediendo permisos de trabajo para esos emigrantes mediante la emisión de tarjetas de identidad especiales que tengan una duración de dos años CALENDARIO. Una de color verde para los trabajadores agrícolas y otra de color gris para los trabajadores de la construcción.
Esas tarjetas serían otorgada en cantidades limitadas y a solicitud de los empleadores, los cuales tendrían que cubrir los costos directos de las mismas. Sin estas tarjetas de identidad y en ausencia de algún otro documento legal o autorización especial que los acredite, a todos los demás no se les permitiría trabajar en NINGÚN OTRO sector de la economía nacional, por lo cual no podrían permanecer en nuestro territorio. Esto facilitaría la labor de los inspectores de migración para fines de deportación y no afectaría sensiblemente a la agricultura ni a la construcción.
De seguro algunas instituciones internacionales, gobiernos extranjeros, varias ONG y otros se opondrían, pero la alternativa sería que en pocas décadas una buena parte de los dominicanos andarán errantes por el mundo lamentando haber permitido que se nos haya arrebatado la patria amada y los que decidan quedarse tendrán una vida muy diferente a la que han disfrutado hasta ahora. Si alguien tiene dudas, sólo debe pensar que en algunas localidades de nuestro país, hasta las autoridades tienen miedo de entrar por considerarse ya como territorio haitiano, lo que en el pasado determinó que una considerable parte del territorio nacional fuese cedido a Haití. Todavía tenemos tiempo, aunque no mucho.