La irresponsable guerra comercial del presidente Donald Trump, que hundió la bolsa de Wall Street y le pegó en el bolsillo a millones de estadounidenses, va a tener un costo político. La luna de miel de Trump ha terminado antes de tiempo.
Ya lo sé, es demasiado pronto para escribir el obituario político de Trump. Aún le quedan más de tres años y medio de mandato, y tras el derrumbe de los mercados acaba de dar marcha atrás anunciando una pausa de 90 días en sus tarifas reciprocas a la mayoría de los países, excepto China.
Aun puede llegar a acuerdos comerciales con algunos países y evitar una recesión (aunque dudo que logre reactivar la economía de Estados Unidos, porque la incertidumbre sobre sus decisiones erráticas inhibirá las inversiones y frenará el crecimiento).
Pero lo cierto es que algunos de los partidarios más poderosos de Trump en Wall Street, el Congreso y los medios de comunicación de que lo han apoyado están empezando a criticarlo públicamente. Le han perdido el miedo, o temen quedarse fuera de juego con sus seguidores si el país entra en una recesión.
Elon Musk, principal donante de campaña de Trump y uno de los funcionarios claves de la Casa Blanca, está criticando cada vez más abiertamente a los aranceles del presidente. El martes, Musk calificó de “imbécil” y “más tonto que una bolsa de ladrillos” a Peter Navarro, el principal asesor comercial de Trump, y artífice del plan de aranceles globales.
Horas antes, Musk había criticado los aranceles de Trump compartiendo un video del fallecido ganador del Premio Nobel de economía, Milton Friedman, explicando los beneficios del libre comercio.
Bill Ackman, otro multimillonario que apoyó a Trump, escribió en X: “Esto no es lo que votamos”. Aseguró que los aranceles de Trump equivalen a iniciar una “guerra nuclear económica”. Otro gran donante republicano, Ken Langone, criticó duramente el arancel del 46% de Trump a Vietnam, calificándolo de “una tontería”.
En el Congreso, republicanos ultraconservadores como los senadores Rand Paul, Ted Cruz y Mitch McConnell se están distanciando de la guerra comercial de Trump.
En los medios de comunicación de derecha, los influyentes podcasters Joe Rogan y Ben Shapiro están comenzando a criticar algunas de las políticas de Trump. Shapiro afirmó que los aranceles del presidente son “un aumento masivo de impuestos a los consumidores estadounidenses”. Rogan dijo a sus millones de seguidores que el plan de Trump de convertir a Canadá en un estado de Estados Unidos es “una estupidez”.
En encuestador republicano Whit Ayres señaló al portal Politico.com que “Trump fue elegido en parte para reducir la inflación y dinamizar la economía. Un aumento de precios y un crecimiento más lento son exactamente lo contrario de lo que votaron los estadounidenses”.
Mientras tanto, los demócratas parecen estar despertando de su letargo tras su derrota electoral de noviembre. Multitudes de manifestantes salieron a las calles el pasado fin de semana en todo el país para protestar los despidos masivos de empleados públicos ordenados por Trump.
Y en lugares como Miami, los demócratas están comenzando a criticar más duramente las deportaciones masivas de venezolanos, cubanos, nicaragüenses y haitianos por parte del gobierno de Trump.
El Caucus Hispano de Miami-Dade colocó una valla publicitaria en la autopista Palmetto, entre las zonas de Doral y Hialeah, que tiene una gran población hispana, criticando al secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, y a los legisladores republicanos del sur de Florida, María Elvira Salazar, Carlos Giménez y Mario Díaz-Balart.
El cartel muestra sus fotos bajo una gran rótulo que dice: “Traidores”. Debajo, se lee: “A los inmigrantes, a Miami-Dade, al sueño americano”.
Por supuesto, puede que los demócratas arruinen su oportunidad de ganar las elecciones legislativas del próximo año si permiten que izquierdistas como el senador Bernie Sanders, la representante Alexandria Ocasio-Cortez o activistas palestinos que no condenan a los terroristas de Hamás dominen el partido. Eso ahuyentaría a los votantes moderados y ayudaría a Trump a mantener su mayoría en el Congreso.
Pero si los demócratas evitan esos errores, es probable que ganen muchos votantes gracias a la guerra comercial de Trump. A menos que Trump dé marcha atrás con sus aranceles, la economía estadounidense irá cuesta abajo, mucha gente perderá su empleo, y cada vez más votantes empezarán a preguntarse si Trump y sus seguidores han perdido la razón.