La esclerosis múltiple (EM) no le quita a la mujer que la padece la posibilidad de convertirse en madre, siempre que el proceso sea planificado y supervisado por su equipo médico.
“A grandes rasgos”, afirma Ethel Ciampi, especialista en neurología y esclerosis múltiple, la EM “no afecta la fertilidad de la mujer”. Tampoco determina por sí sola que se produzca un embarazo de alto riesgo.
“Por supuesto que si es una mujer que está afectada con esclerosis múltiple hace mucho tiempo y tiene algún tipo de trastorno neurológico secundario a esta enfermedad, vamos a tener algún tipo de cuidado mayor”, aclara la doctora chilena.
Los cambios hormonales en la preñez y la lactancia tienen un efecto protector que disminuye el riesgo de brotes de EM. No obstante, Ciampi explica que en los tres meses posteriores al parto ese riesgo podría aumentar de forma leve.
Dos factores principales inciden en el pronóstico: un mayor nivel de discapacidad o de síntomas neurológicos asociados y la condición de la paciente en el año previo a la concepción.
“Las mujeres que tienen la enfermedad controlada, o sea que no tienen evidencias de brotes, que en su resonancia de control no hay lesiones nuevas en el año previo al embarazo son las mujeres que tienen mejor pronóstico y por eso es tan importante el tratamiento”, expresa Ciampi.
Planificación
Como parte de la planificación del embarazo, el neurólogo toma en cuenta que no todas las terapias para la EM tienen los mismos efectos. Algunas están contraindicadas en el embarazo y la lactancia debido al peligro de malformaciones y aborto.
En caso de que la paciente utilice un medicamento teratogénico (que produce malformaciones en el embrión o feto), se debe cambiar por uno seguro.
“Uno siempre va a elegir el medicamento que se ajuste al tipo de enfermedad que tiene la paciente. Si es una paciente que viene con un medicamento de alta eficacia, que son medicamentos más potentes como quimioterapia o inmunosupresores, uno debe elegir un medicamento que sea equivalente en efectividad pero que le permita tener una ventana de seguridad para embarazarse”, manifiesta Ciampi.
El cambio se realiza, idealmente, dos meses antes de la gestación para permitir que el organismo elimine todo resto del fármaco. Luego del embarazo y del período de lactancia, la paciente puede retomar su terapia anterior.
La neuróloga señala que existen dos medicamentos autorizados para tratar la EM en el embarazo: el interferón beta y el acetato de glatiramer (en ciertos países ha sido aprobado solo el primero).
Antes de contar con estas alternativas terapéuticas, la paciente que deseaba convertirse en madre podía optar por suspender su tratamiento y aprovechar el efecto protector que brindan los cambios hormonales en el embarazo. Pasado el tiempo de gestación y lactancia, se le volvía a administrar el tratamiento.
El problema, de acuerdo con Ciampi, era que los medicamentos se demoraban entre tres y seis meses en comenzar a hacer efecto. La mujer quedaba desprotegida por un tiempo y “había un riesgo evidente de brotes”.
Apoyo multidisciplinario
El neurólogo debe mantener una estrecha comunicación con el obstetra, quien hará el seguimiento ecográfico normal.
La paciente con EM puede recibir cualquier tipo de anestesia y dar a luz por parto vaginal o cesárea.
Puede usar cualquier tipo de anticonceptivos (orales, inyectables o dispositivos intrauterinos); no hay ninguno contraindicado.
Con relación al período de lactancia, la doctora señala que no hay fecha límite para amamantar, “siempre y cuando la enfermedad de la mujer se mantenga estable y no sea necesario un cambio en el tratamiento”.
¿Se hereda?
La esclerosis múltiple, enfermedad autoinmune considerada como la principal causa de discapacidad no traumática en adultos jóvenes, afecta principalmente a mujeres. De ahí que las pacientes en edad fértil tengan preocupaciones sobre su posibilidad de convertirse en madres.
Algunas pacientes se inquietan pensando que sus hijos podrían heredar su condición médica.
Al respecto, Ciampi comenta: “Si bien sabemos que hay factores genéticos relacionados con la EM, el riesgo de heredar la enfermedad es muy bajo, prácticamente un 2 o un 3 % de que los hijos de pacientes con EM tengan la enfermedad. Ahora, si ambos padres tienen EM, ahí sí el riesgo es bastante mayor, entre un 15 y un 20 %”.
Manejo de los casos
Antiguamente a las mujeres diagnosticadas con EM se les prohibía embarazarse. No había terapias para tratar la enfermedad; se esperaba que todas las pacientes llegaran a un nivel de discapacidad que no les permitiera cuidar de un hijo.
Con la aprobación de medicamentos seguros para el período del embarazo y la lactancia surgió una luz de esperanza para las mujeres que deseaban convertirse en madres.
Desde que recibe el diagnóstico, dice Ciampi, a la paciente se le pregunta si desea tener hijos y se le brinda el mejor apoyo a fin de que planifique su familia.
“Esa es siempre nuestra idea, que el paciente no limite sus objetivos que tenía en el futuro, ya sean laborales, familiares, por el diagnóstico de la EM”.
Ciampi participó, junto a otros especialistas, en el encuentro “Maternidad, un logro alcanzable para las mujeres con esclerosis múltiple”, organizado por Merck Centroamérica y Caribe.
“La esclerosis múltiple ha dejado de ser una enfermedad rara en nuestro país”