Manuel de Jesús Marte, conocido en la industria azucarera como Milito, ha dedicado 47 de sus 74 años a esta actividad que era la espinal dorsal de la economía dominicana en la época del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina.
Milito es un vivo ejemplo de superación, pues de nacer en un batey del Ingenio Consuelo en San Pedro de Macorís, pasó hace pocos meses a ser el subdirector del Consejo Estatal del Azúcar (CEA), por lo que contó su historia a Listín Diario.
Nació en un batey porque su papá trabajó toda su vida en ingenios azucareros y aunque sus dos otros hermanos no estudiaron ni se dedican a esta industria, él si decidió imitar el ejemplo de su padre, porque gracias a esta actividad económica atesora los mejores momentos de su niñez.
Recordó que en el batey los dueños del ingenio se encargaban de pagar los servicios básicos de los trabajadores, como agua, luz (en los que había), asistencia médica, telecomunicaciones; entre otros. En esa época, en todos los ingenios había un batey y ahí estaban también todos los servicios, como fábrica de hielo, almacenes, panaderías, tiendas de ropa y demás negocios para suplir las necesidades de colaboradores de la industria.
Además, existían algunos bateyes más pequeños, denominados como “colonias”, que eran casas individuales y algunas grupales, donde se alojaban, por ejemplo, los cortadores de caña. Los braseros vivían en hogares grupales de hasta cuatro o seis habitaciones.
Como su papá fue escalando y llegó a ser funcionario de un ingenio, a pesar de no haber estudiado, su familia vivió en una casa grande con piso y hasta teléfono. Milito tiene grandes memorias de su vida en el batey. Recuerda que su papá, cuando era mayordomo en el Ingenio Consuelo, era muy dedicado a sus trabajadores, a quienes tenía que atenderles cuando les daban un “vale” o autorización para ir a comprar a los colmados.
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Oportunidad
Milito considera que una de las razones por las que debe aumentar la producción de caña es para producir el alcohol que pueda suplir la fabricación de ron en el país y que ahí si pueda tener la denominación 100% dominicano con materias primas locales y no importadas.
Reto
Él cree que el país debe abocarse en producir caña para azúcar orgánica, donde no haya elementos químicos en su fabricación, ya que es un nicho al que se le puede sacar provecho con áreas como la medicina, dulces y chocolates orgánicos, y otros que tienen que importar este tipo de azúcar.
La entrada de Milito al sector
Desde jovencito, Milito sabía que su norte debía ser estudiar y el bachillerato lo realizó en el Liceo Panamericano. Tras finalizarlo se inscribió en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) donde años más tarde se graduó de ingeniero agrónomo, adquiriendo su primera oportunidad para trabajar en la industria azucarera en 1974 como asistente del encargado de cultivo de Río Haina del CEA.
embargo, poco a poco, debido a su disciplina y enfoque, Milito pasó a ocupar posiciones como investigador de fertilizantes de suelo de la caña de azúcar. A lo largo de su vida ha trabajado en los ingenios Barahona, Consuelo, Río Haina, Ozama y Cristóbal Colón. En el año 2000 se convirtió en encargado de Patrimonio de los Bienes Inmobiliarios del CEA y en 2004 pasó a desempeñar puestos como asesor agrícola y gerente general de empresas que destilaban la caña de azúcar para rones, hasta que fue designado en agosto de 2020 como subdirector del CEA.
Él se siente orgulloso de haber estudiado Agronomía y dedicarse a la industria azucarera, porque ha podido hacer aportes como técnico y como persona a esta actividad económica.
Su convicción actual es que la industria azucarera no ha muerto, sino que ha habido una reingeniería, pero el país produce para el mercado local y el preferencial como Estados Unidos. Su visión es que se siga desarrollando la industria de la caña, no solo para aumentar la producción de azúcar, sino también para producir destilería para alcohol.
Resalta papel
Para Milito, uno de las grandes aportes del sector azucarero al país fueron los empleos, porque en aquel entonces había cerca de 16 ingenios y cada uno generaba unos 20,000 empleos directos, sin contar los que se creaban alrededor de los bateyes.