Escuché la entrevista que el pasado viernes le hizo la comunicadora Alicia Ortega al presidente de la República, Luis Abinader; fueron preguntas directas, certeras, de profundo contenido, sobre la realidad que vive el pais y que fueron respondida con espontaneidad, sin temor, en un verbo que entendiera toda la población.
Luego de escuchar el Presidente Abinader y reflexionando, serenamente, sobre sus ejecutorias, he llegado a la conclusión de que tenemos un presidente de acción, valiente, que no se detiene, que busca soluciones a los males de la nación, que busca su bienestar general y que empuja la estructura gubernamental, esto es, las distintas dependencias y sus funcionarios, para lograrlo, poniéndola al alcance de la población , pero necesita la ayuda urgente y desinteresada, de todos los sectores del pais.
Hace más de dos años, Abinader fue elegido presidente de la República, en un escenario difícil; la pandemia del coronavirus arropaba la nación y tuvo que concentrarse en buscar mecanismo para controlarla, a fin de preservar la salud de la población. Lo logró, al punto que el pais fue tomado como modelo para esos fines. Otras “pandemia” encontradas en el ambiente han sido más difíciles de erradicar: antivalores, delincuencia e inseguridad, corrupción e impunidad, la migración ilegal, pobreza, huracanes y tormentas, complicando la vida de los más vulnerables, al quedar sin agua, electricidad, techo, comida, etc.

Firmeza y coraje
Afortunadamente, hemos visto al presidente Abinader actuando con firmeza y coraje; limpiando, organizando y hasta cancelando funcionarios que no responden adecuadamente al plan de acción. Se presenta, personalmente, de una provincia a otra, observando los diversos daños, dando instrucciones para su rápida solución y prevención; abriendo puertas para que los programas de salud, educación, agropecuaria, turismo, etc.., no se detengan.
Con sus acciones y sin ser distraído por las criticas perversas, su prioridad es el pais, no conceptualizar en eventos internacionales para destacarse, delegó su representación en la OEA, recientemente; tampoco busca crear fundaciones desde el palacio para asegurar su futuro; lo observamos trabajando en la calle, cercano, llevándole soluciones al pueblo.
Afortunadamente, la vicepresidente Raquel Peña, tiene el mismo estilo, sigue sus pasos, le da tranquilidad con su accionar. Ella no se dedica a modelar, sonreír y buscar publicidad sino a desempeñar con eficiencia y bajo perfil, las funciones que le delegan. De la misma manera se proyecta la primera Dama, Raquel Arbaje, con sus múltiples actividades.
Todo parece indicar que tenemos un presidente con misión y metas claras sobre lo que tiene que hacer para elevar el nivel de vida del pais; pero como bien ha expresado, a causa del huracán, algunos problemas de la infraestructura requieren tiempo para resolverse, como electricidad, agua, producción, etc.., trabajan en su planificación, mientras otras necesidades básicas, se atienden de inmediato.
Indiscutiblemente, debemos ponderar con objetividad, las acciones del gobierno y los males de la nación; tranquiliza que el gobierno y los partidos políticos de oposición, dialogan en el Palacio Nacional para buscar soluciones efectivas, que ayuden la nación. Eso lo promueve un gobernante que ama su patria y piensa en el bienestar de la población, no en el suyo ni en un grupito.
El comportamiento y las acciones del presidente Abinader en estos dos años, concentrado en levantar el pais, son rayos de esperanza, que serenan el espíritu; deben ser apoyadas por los bien intencionados; ojalá sirvan de lecciones y sean imitadas por otros lideres nacionales, capaces de manejarse con criterios normativos, no personales.