El político se convierte en Estadista cuando comienza a pensar más en las próximas generaciones que en las próximas elecciones…” W. Churchill
En su más reciente ensayo, La Venganza de los Poderosos, el doctor Moisés Naim trata como el populismo se apropia de tres elementos para de esa manera conquistar o mantener el poder. Y resalta, ciertamente, que, el líder populista juega a la división de clases y razas usando instrumentos de la narrativa engañosa y suelen pendular entre la izquierda o derecha.
Al margen de su análisis -siempre innovador y reflexivo- creo que hay que incluir en el análisis, tres categorías de liderazgo tampoco necesariamente asociado a una ideología de izquierda o derecha, o a un nivel académico, social o nacionalidad. Son ellas: el Estadista, el Político y el Gobernante.
Generalmente la palabra Estadista se le atribuye una persona de gran saber y experiencia en los asuntos de Estado; el Político aquel ducho en los quehaceres de la política, y Gobernante es aquel que llega al Poder y simplemente gobierna. Sin embargo, fuera de esas tres acepciones dadas por el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la experiencia global e histórica hace que hoy en día sea más relevante profundizar las diferencias entre estos términos.
Un político se conoce porque activa constantemente bajo una visión de corto plazo. Su horizonte son las próximas elecciones, para ello formula alianzas y negociaciones. Es ducho en la táctica y en la estrategia. En dominicano, es el de los amarres. Se fascina las redes sociales, busca popularidad y aceptación, necesita verse protagonista de una valla o afiche, por eso es un aspirante permanente desde miembro para una junta municipal hasta legislador o alcalde; y en su vanidad, por qué no aspirar también a la presidencia.
El gobernante es aquel que ya llegó al poder, gracias a su dote de buen político o asesorado por alguno pero que lo único que sabe hacer es manejar el poder para los resultados de su gobierno, sea local o nacional. Poco importa si en esa apuesta a imagen de gobierno, arriesga a su país. Nos es familiar esta figura que abunda en Latinoamérica con un horizonte plantado en cómo van las encuestas, como su gobierno se mantiene y como a través del poder que otorga el presupuesto que administra se hace popular y se perpetua sin más búsqueda que el poder por el poder.
Ahora bien la palabra Estadista esta reservada para aquellos que sus objetivos están diseñados para dejar un legado; aunque en nuestros medios esto se suele confundir con un legado concreto y de concreto. Son aquellos que su visión trascienda un período de gobierno porque utiliza la inversión pública para crear obras majestuosas que lo recuerden a Él. Este es solo un Gobernante más hábil. El Estadista al que me refiero es aquel político que al gobernar se compromete con transformar y cambiar vidas en el futuro, no necesariamente el presente y tomar decisiones a veces, a pesar del presente.
El Estadista piensa en el Estado en su conjunto, no solo en el gobierno, es aquel que conoce el balance necesario entre la dinámica que se da entre los legisladores, los jueces y fiscales y los que ejecutan las políticas. El Estadista es quien siembra semillas que muchas veces, o en la mayoría, la cosechan otros.