La máxima confrontación política y fuertes polarizaciones electorales en la RD, hasta el 1996, se escenificaban entre el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), bajo el férreo control de su caudillo Joaquín Balaguer y el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), liderado por el Prof. Juan Bosch hasta 1973 y el Dr. José Francisco Peña Gómez hasta 1998.
La dinámica política de nuestro país, durante el período 1966-1998, giraba alrededor de las estrategias, actividades políticas y dirigentes del PRSC y PRD, en tanto partidos mayoritarios. Pero los fallecimientos de sus dos principales líderes (Peña Gómez 1998 y Balaguer 2002) dejaron un vacío político en ambas organizaciones que sus “herederos” no han sido capaces de llenar.
Aunque el PRD ganó las elecciones presidenciales en el 2000 y las congresuales y municipales en el 2002: a partir de ahí empezó un proceso continuo de confrontaciones internas y divisiones que le ha ido reduciendo su cuantiosa militancia y peso específico en la sociedad política nacional y también a nivel internacional.
Después de su más significativa división que produjo el nacimiento del PRM (2014); el PRD se convirtió en un partido minoritario y asumió el rol de partido bisagra, aliándose al PLD en las elecciones presidenciales, congresuales y municipales del 2016 y 2020, alcanzando pírricas votaciones de 5.86 % y 3.57, respectivamente. Además, en las encuestas que se han realizado de cara a las elecciones del 2024, la percepción para el PRD está por debajo del 3 %.
En la actualidad, la dirigencia del PRD se encuentra enfrentada en una ácida lucha por el control del partido. El grupo que lidera Fiquito Vásquez, secretario de organización, cuestiona a su presidente Miguel Vargas Maldonado, lo cual afecta sus “propósitos de renovación y crecimiento”. Por las actitudes radicales de ambos grupos, se vislumbran posibilidades de que, en su próxima convención, el PRD sufrirá otra fragmentación política.
El proceso de reducción del caudal de militancia y simpatías del PRSC ha sido mucho más grave. Después de las elecciones del 2000, con la última candidatura de Balaguer (24.60 %); el PRSC entró en un vertiginoso proceso de divisiones constantes. Aunque asistió con candidaturas propias en las elecciones presidenciales del 2004 con Eduardo Estrella, se redujo a un 8.65 %. En el 2008 con Amable Aristy bajó a 4.59 %.
En las siguientes elecciones (2012, 2016 y 2020), en su condición de partido minoritario desempeñó su nuevo rol de partido bisagra con el PRD, PRM, PLD y FP, obtuvo insignificantes votaciones: 6 %, 5.52 % y 2.20 %. Actualmente las encuestas le marcan por debajo del 2 %.
También la dirigencia del PRSC aspira a la “renovación y crecimiento” con la “nueva dirigencia y línea política” que se proponen aprobar en su “VI congreso Dr. Joaquín Balaguer”. Para lo cual deben tomar en consideración los profundos cuestionamientos que, internamente, se mantienen contra el fallido estilo de dirección de la mutual Quique Antún—Rogelio Genao, que proyectan probabilidades de otras divisiones.
Pretendiendo obviar esas realidades y sus declinantes tendencias en las simpatías políticas por las que atraviesan esos dos partidos, como graciosas coincidencias, las actuales cúpulas dirigentes del PRD y PRSC vociferan “a los cuatro vientos” que participarán con candidaturas propias en las elecciones del 2024.
Sin condiciones apropiadas, si pretenden renunciar a sus condiciones de minoritarios y el rol de partidos bisagras para los próximos comicios, entonces cometerán un verdadero suicidio político en caso de atreverse a cumplir esas hueras amenazas políticas.
Como consecuencias de sus múltiples errores, divisiones, tambaleantes estrategias y demagogias politiqueras que caracterizan las actuales dirigencias de ambos partidos, indican, claramente, que las perspectivas políticas del PRD y PRSC se ¡avizoran mínimas e inciertas!