Todo empezó con un simple anuncio en la prensa, solicitando profesores de inglés y profesionales que tuviesen un alto nivel de la lengua. No importaba si eran docentes o no.
El llamado pedía tomar un examen de nivel para seleccionar a los que tenían talento para un trabajo intenso. Yo fui uno de los seleccionados para impartir docencia. Y así fue.
El curso inicial tomó tres meses, y quienes estuvieron dispuestos a enfrentar el reto, debían estudiar con especialistas en lingüística inglesa, metodología de la enseñanza, pronunciación inglesa, pero sobre todo tener la firme convicción de que era posible que los estudiantes pudiesen aprender inglés en un año.
El objetivo final era que los estudiantes, inmediatamente después de su graduación, consiguieran un trabajo en un “call center” o centro de llamadas para clientes anglófonos.
Surgieron las dudas. Todo parecía imposible, pero la meta se cumplió por varios años. Los estudiantes cambiaron sus vidas. En los trabajos que les esperaban, recibían una cantidad de dinero suficiente para poder ayudar a sus familiares y continuar sus estudios universitarios.
El proceso no sucedía de la noche a la mañana. Intenso es la palabra apropiada para describirlo.
Las reglas a seguir desesperaban a todos los actores: profesores, estudiantes, supervisores, técnicos en cómputo, secretarias, entre otros. El primer paso era agrupar a los estudiantes por sus conocimientos, de forma que los “avanzados”, los “principiantes” y los “intermedios”, estuvieran en el mismo grupo. El profesor aplicaba la metodología apropiada para su grupo. No era permitido entablar relaciones personales con los estudiantes fuera de las aulas, no fuera que la mano “se le muriera” en alguno de los alumnos. El horario era por cuatro horas diarias 5 veces por semana, en tres períodos diferentes, desde enero hasta octubre o noviembre, aproximadamente.
Aquel que faltaba con frecuencia recibía una amonestación y si el problema permanecía, el retiro era el final. Estaba prohibido hablar en español, para que se aprovechara el tiempo al máximo en la escuela.
Todos los estudiantes tenían derecho a presentar sus denuncias, al igual que los docentes, y luego de la investigación, se tomaba la decisión correspondiente.
No hablar de política
Estaba totalmente prohibido hablar de política, aunque el programa fuese apadrinado por el Gobierno, la embajada de Estados Unidos y un sector de la empresa privada.
Pero los maestros no solo se enfrentaban a la responsabilidad de enseñar a los jóvenes “en tiempo récord”. También implicaba orientar a sus alumnos con sus problemas cotidianos. Debíamos escuchar los problemas personales de ellos con sus familias o amigos, o sus dudas sobre sus relaciones amorosas.
Como ejemplos: “Estoy esperando crecer para enfrentar a mi papá porque él golpea a mi mamá”. “Voy a suicidarme, mi vida no tiene sentido”. “Mi papá perdió el trabajo, mi mamá no trabaja y mi hermanita va a la escuela pública y yo tengo que dejar el Inglés de Inmersión porque debo mantener a mi familia”. “Mi mamá está enferma, mi hermana emigró a Puerto Rico ilegalmente y yo tengo que atender a mi mamá”…
Era visible que nuestros alumnos tenían una vida privada llena de inconvenientes y los profesores, aunque no fuesen psicólogos, se enfrentaban a la disyuntiva sobre cómo ayudarlos para evitar que desertaran.
Llegado el día de la graduación, el acto demostró que la meta de brindarles esperanza se había alcanzado. Los premios posteriores eran viajes a una universidad de Utah, donde los estudiantes pasaban alrededor de tres meses practicando la nueva lengua.
¿Todo perfecto? No necesariamente.
Hubo dos problemas que los profesores enfrentaban cada año. Debido a la burocracia gubernamental, había que esperar que la nómina estuviese completa para empezar a cobrar, algunas veces tres y hasta cuatro meses después de iniciadas las clases en enero.
La llegada de los libros, en principio sufría retrasos, luego se fue regularizando.
En la actualidad
En contraste, la mayoría de técnicos, profesores, supervisores y administradores que trabajaban en el programa, luego del cambio de gobierno en agosto de 2020, fueron desvinculados para darles espacios a los nuevos empleados, lo que ha afectado ampliamente el desarrollo de las metas iniciales.
Algunos alumnos cuestionados entienden que no reciben más cantidad y calidad en la enseñanza, debido a que “no hay profesores” y porque tienen un horario de estudios de apenas seis horas a la semana.
En torno a las clases virtuales, hay profesores con vasta experiencia y fluyen apropiadamente; sin embargo, en otras, algunos docentes no tienen la experiencia suficiente para una enseñanza de calidad.
Recientemente, el gobierno ha lanzado la iniciativa de una “educación bilingüe” para hacer que el país avance. En voz del presidente Luis Abinader , se planteó “un compromiso a la academia y al sector privado, a todos los agentes implicados, a que hagan suya la estrategia del bilingüismo y que ayuden a una enseñanza masiva”.